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Por Claudio Fantini. Las encuestas muestran que una amplia mayoría ha llegado a la conclusión de que Mauricio Macri no logró el éxito prometido en materia económica. En términos más duros, la mayoría considera que fracasó en el terreno de la economía. Pero esas mismas encuestas muestran que nadie en la oposición está capitalizando de manera significativa la caída en la confianza de la sociedad hacia la gestión del Gobierno.
Que Cristina y el kirchnerismo no estén engordando con el respaldo popular que pierde Cambiemos, evidencia que la sociedad los percibe como causantes de un problema que Macri no ha podido resolver. Dicho de otro modo, lo que los sondeos muestran es que en la percepción social, Cristina dejó una bomba y Macri no supo cómo desactivarla.
Como los demás actores políticos tampoco han capitalizado la pérdida de confianza en la capacidad del actual Gobierno para conducir la economía hacia el crecimiento y el descenso de la inflación y la pobreza, se deduce que para la percepción social ningún dirigente tiene idea de cómo se revierte la encrucijada que dejó el gobierno anterior: un déficit descomunal con tarifas aplanadas mediante un caudaloso río de subsidios.
Ningún dirigente tiene idea de cómo se revierte la encrucijada que dejó el gobierno anterior: un déficit descomunal con tarifas aplanadas mediante un caudaloso río de subsidios.
No obstante, que la mayoría de los argentinos perciba que Cristina Kirchner dejó una bomba que nadie en el Gobierno y en la oposición sabe como desactivarla, no debiera aliviar a Cambiemos.
En el oficialismo, la única reflexión admisible es que el discurso optimista del Presidente y de los voceros del gobierno ya no surte ningún efecto.
Hasta hace algunos meses, Macri y sus ministros más allegados lograban irradiar la convicción de que el momento es doloroso, pero el alivio está pronto a llegar y luego llegarán la mejoría y la curación total. Las elecciones legislativas del 2017 demostraron que la mayoría aún creía que el dolor padecido es útil porque conducía a la sanación. Eso cambió.
La corrida de un puñado de semanas instaló la convicción de que el optimismo era impostado. Una actuación guionada por Jaime Durán Barba y dirigida por expertos en coaching.
Una persona baleada puede soportar pasivamente el dolor causado por un médico que hurga en la herida con el bisturí para sacar la bala. Pero si descubre que el médico está hundiendo el bisturí donde no está la bala y, por lo tanto, el dolor que le causa no conduce a la curación, se lo quitará de encima en cuanto pueda.
La economía debe ser percibida como un tren que avanza sobre rieles y no como un hamster que corre dentro de una rueda giratoria, con un gasto inútil de energía.
La crisis del dólar implicó una vuelta de página. En la dimensión que ha comenzado ya no sirve Durán Barba y sus recetas oratorias. De acá en más, la atención mayoritaria sólo estará puesta en los precios y en los ingresos para acceder al consumo.