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Por Claudio Fantini. No hay una tercera opción: la confirmación en segunda instancia del procesamiento de Cristina Kirchner como jefa de una asociación ilícita significa que la líder absoluta del kirchnerismo es, o bien una corrupta descomunal, o una persona tan inmensamente negligente como para no darse cuenta del gigantesco robo que se estaba realizando bajo sus narices. Repasemos.
Otra cosa muy distinta es sostener que el pronunciamiento de la Cámara Federal implica que la ex mandataria debe estar en prisión preventiva.
Lo crucial no es que haya encarcelamiento antes de que haya sentencia. Lo crucial es que haya sentencia.
La sentencia sobre Cristina Kirchner tiene dos alternativas: corrupta o estúpida, no hay ninguna otra posibilidad en la acusación de asociación ilícita por «los cuadernos K».
¿Todo esto implica que el accionar de la Justicia es intachable? No. Como siempre, la Justicia deja grandes dudas. Se mueve según soplen los vientos políticos y podría estar intentando favorecer a poderosos empresarios que fueron parte de esa maquinaria de malversación de fondos públicos.
Aun así, lo probado y lo confesado por algunos de los protagonistas clave es que hubo un sistema de enriquecimiento ilícito a partir de la obra pública que funcionó en la más estrecha cercanía de Cristina Kirchner.
La consecuencia lógica debería ser que la dirigencia kirchnerista siga defendiendo el modelo económico que implementó el matrimonio patagónico y resalte el valor de las ampliación de derechos que realizó la fuerte impronta reformista de Cristina Kirchner en muchos terrenos.
Pero a esta altura no debieran seguir negándose a aceptar que la líder que aún veneran fue, o bien la jefa de un aparato de corrupción de gran porte, o bien una mandataria lo suficientemente incapaz y negligente como para no darse cuenta de semejante robo.
Como no hay una tercera posibilidad, el kirchnerismo está obligado a reinventar su liderazgo y a recluirse para determinar qué hacer frente a tan dramática evidencia.
Que Cristina Kirchner sea responsable por haber comandado la operación de desfalco o por haber sido incapaz de ver lo que ocurría, no quiere decir que no haya una prensa abocada a demolerla y que los jueces que la investigan sean transparentes e intachables.
Quiere decir, simplemente, que sostener el liderazgo de Cristina Kirchner es sostener a la persona que es inmensamente corrupta o es inmensamente incapaz. La dirigencia kirchnerista debe hacerse cargo de eso, del mismo modo que la dirigencia de Cambiemos deberá aceptar que sostener la candidatura de Mauricio Macri en 2019 es postular al responsable de una deriva económica calamitosa que genera el riesgo de un resurgir populista.