Por Sebastián Turello. Los Turello, junto a otros periodistas, visitó la planta de fabricación...
Autoridades del IAE y de Banco Macro, en una ceremonia conducida por la periodista Verónica...
La empresa Aguas Cordobesas celebró el cierre del programa “Construyendo Futuro 2024", con la...
Suscribite al canal de Los Turello.
Por Claudio Fantini. “En la capilla ardiente de Néstor Kirchner, su viuda quedó en el centro de la escena porque el cajón estaba cerrado. De haber estado abierto, el protagonista que centrara la mirada convergente habría sido el cadáver del ex presidente. Pero con el féretro cerrado, la protagonista exclusiva fue la mujer que se situó en el centro de la escena”. Así comienza mi libro La Gravedad del Silencio. Vale repensarlo.
Con la descripción de lo que consideré en esas páginas como una obra maestra de la propaganda política, apuntada a fortalecer la imagen de Cristina Kirchner como líder, además de darle el blindaje que otorga la compasión de la sociedad ante la tragedia.
En la siguiente elección presidencial, quedó a la vista que el resultado de aquella escenificación de la propaganda política, fue formidable.
Nadie se atrevió a hablar o escribir sobre el “efecto luto” ni a describir el funeral de Néstor Kirchner como un diseño de expertos en propaganda. Recién ahora lo hizo Patricia Bullrich. “Fue una puesta en escena”, dijo la ministra a su entrevistador, Luis Majul, quien la interrogaba acerca del mensaje de Cristina sobre su viaje a Cuba para que su hija Florencia reciba tratamiento médico.
Cristina afirmó que la enfermedad de Florencia es producto de las acciones judiciales que considera una “persecución ordenada por Macri”. Y acompañó sus palabras con una música triste de fondo, agregando a su victimización el “efecto lástima” al que siempre recurre, o bien para protegerse, o bien para fortalecerse de cara a una elección.
La victimización es un instrumento muy usado en política. Por eso generó sospecha el mensaje grabado de Cristina, cuando anunció su viaje a Cuba.
Por cierto, la ayudan a victimizarse los miles de mensajes cargados de odio que vuelca diariamente en las redes un antikirchnerismo envenenado. Lo refuerza un ejército de trolls que lleva años haciendo bullying de todo tipo a la joven, valiéndose de manera abyecta de rasgos físicos y cuestiones personales.
Es cierto que Florencia Kirchner es blanco de insultos y burlas despreciables y que tanto ensañamiento puede afectar la salud de una persona. Pero la inmoralidad de quienes hacen bullying no tiene que ver con las razones objetivas por las que está imputada por la Justicia.
Fueron sus padres quienes la pusieron en esa situación, al designarla en el directorio de empresas investigadas por lavado de dinero de la corrupción. Y posiblemente fueron Cristina y Máximo Kirchner quienes pusieron cinco millones de dólares en una caja de seguridad de Florencia.
Su situación judicial acentúa, en buena parte de la sociedad, las dudas sobre la integridad moral de sus padres. Causa perplejidad que Cristina use a su propia hija para victimizarse con el argumento de que la enfermó la “persecución” del juez Claudio Bonadío.
La manipulación de la lástima y la compasión ha sido un recurso que ella utilizó, en algunas oportunidades con virtuosismo y en otras, de forma patética.
Hubo un uso indecoroso del dolor de la muerte de Néstor Kirchner, pero también fue un uso inteligente y eficaz desde el punto de vista de la propaganda política. Pero también hay un antecedente kirchnerista de uso patético del “efecto lástima”: su aparición en silla de ruedas tras la muerte del fiscal Alberto Nisman.
Era grotesco aparecer como inválida por una simple fractura de tobillo. También resultó una escenificación burda porque, a ese tipo de apariciones en cadena, ella -como cualquier presidenta- la hubiera hecho sentada detrás de un escritorio. Y evidenciando aún más el carácter burdo de la puesta, vistió de blanco, el color que se supone representa la pureza.
La grabación musicalizada con que Cristina anunció su viaje a Cuba para que su hija reciba tratamiento médico, está más cerca de lo patético de la silla de ruedas que de la solemne capilla ardiente a cajón cerrado.
Igual que la grotesca escenificación de invalidez para referirse a la oscura muerte del fiscal que la acusaba de pactar con quienes habían masacrado argentinos, lo que hizo la ex presidenta acrecentó sospechas en lugar de conjurarlas.
En definitiva, la medicina cubana no tiene nada de especial para la dolencia de la menor de la familia.
Florencia es la única imputada del clan Kirchner que carece de fueros, ergo, tiene lógica sospechar que por la amistad de Cristina con el régimen castrista, sumada la ausencia de un tratado de extradición, lo que busca en Cuba es un lugar fuera del alcance de los jueces argentinos.