Por Sebastián Turello. Los Turello, junto a otros periodistas, visitó la planta de fabricación...
Autoridades del IAE y de Banco Macro, en una ceremonia conducida por la periodista Verónica...
La empresa Aguas Cordobesas celebró el cierre del programa “Construyendo Futuro 2024", con la...
Suscribite al canal de Los Turello.
Por Claudio Fantini. Como si faltaran problemas en la Argentina, otro cisne negro se cruza en el camino del intento de estabilizar los precios por parte del gobierno de Mauricio Macri. Se trata del riesgo de una trepada de los precios internacionales del crudo, por los ataques que devastaron la mayor refinería del mundo y el segundo campo de producción petrolera del planeta en Arabia Saudita.
El aumento del precio del petróleo, además de acrecentar el riesgo de una recesión global, complica el congelamiento temporal del valor de los combustibles en Argentina. Sin embargo, por el momento el Gobierno argentino mantiene vigente el congelamiento y analiza otras compensaciones a las petroleras.
¿Y cuál es este nuevo cisne negro que complica a la de por si complicadísima gestión de Macri en este tramo? La tensión que se generó entre Arabia Saudita y la República Islámica de Irán por el ataque con drones y misiles teledirigidos por rebeldes yemenistas que responderían a Irán.
Si el príncipe Mohamed Bin Salman le puede probar a Washington su teoría de que al ataque que redujo a la mitad la producción petrolera de Saudi Aramco, fue perpetrado por Irán, es posible que Donald Trump se decida realizar una operación militar contra la República Islámica.
El gobierno iraní niega de manera terminante cualquier responsabilidad en esta acción militar.
Los milicianos chiitas de Yemen, que responden al gobierno de Irán, reivindicaron el devastador bombardeo sobre Arabia Saudita, que pone en jaque a la economía global.
¿Pudo una milicia yemení lanzar el peor ataque sufrido por el reino saudita? ¿Quiénes son los que se adjudican haber dañado la mitad de la producción petrolera de la potencia sunita?
Yemen atravesó la historia dividido. Primero, lo dividió el imperio otomano y el colonialismo británico. Los procesos de independencia -en ambas porciones- dejaron un estado comunista en el sur y otro anticomunista en el norte. Y desde la unificación, en 1990, impera la división étnica.
La mayoría de la población es sunita y se integra en la etnia Shafi, mientras un tercio es chiita y se aglutina en la etnia Zayid.
Poco después de la unificación, el clan más poderoso entre los zayidíes se levantó contra el gobierno de Alí Abdulá Salé.
Housein Badredin al Huti comandó la milicia que derrocó al déspota, con quien más tarde se aliaría y al que finalmente asesinó. Desde que Badredin fue abatido en 2004, a los hutíes los lidera su hermano Abdul Malik.
Irán, la potencia chiita, asiste a los chiitas yemeníes, mientras Arabia Saudita, la abanderada del sunismo, ayuda al régimen encabezado por Mansur Hadi.
Yemén se convirtió, de ese modo, en el escenario de un enfrentamiento mayor: el de sauditas e iraníes.
El chiismo yemení tiene diferencias teológicas con los demás chiismos; por caso desconocer al quinto imán alabado por los chiitas. Lo reemplazan por Zaid ben Alí, azote de los omeyas en el siglo VIII. No obstante, en la división cismática del mundo musulmán, los zayidíes están en la vereda de Irán.
El avance de la milicia chiita que sacó a Mansur Hadi de Yemen, determinó en 2015 la intervención directa del reino saudita y de Emiratos Arabes Unidos. Pero ni esa intervención externa, con sus masivos bombardeos y sus impiadosos bloqueos, impidieron que los hutíes ganaran territorios hasta controlar Sana, la capital, y el estratégico puerto de Hodeida.
La milicia puso en retirada a las fuerzas emiratíes y, ahora, reivindica la destrucción de la mayor refinería del mundo y del segundo campo más grande de producción petrolera.
Estupefactos ante semejante ataque, Washington y Riad insinúan que lo ejecutó Irán. Está claro que, de haber sido los hutíes, sólo pudieron hacerlo con la tecnología iraní. Pero eso no implica que el bombardeo haya sido iniciativa de Irán. A menudo actúan sin consultar a Teherán o, incluso, contrarían su voluntad.
También es posible que no haya sido el gobierno iraní, que llevaba adelante contactos con la Casa Blanca para iniciar negociaciones sobre el acuerdo nuclear.
No sería la primera vez que una facción ultramontana sabotea intentos negociadores. Ocurrió por primera vez en 1979, con la ocupación de la embajada norteamericana para boicotear los contactos entre el premier moderado Mahdi Barzagán y el consejero Zbigniew Brzezinski. Y puede haber ocurrido ahora, mediante el ataque más humillante y devastador contra el reino de Arabia Saudita.