Por Sebastián Turello. Los Turello, junto a otros periodistas, visitó la planta de fabricación...
Autoridades del IAE y de Banco Macro, en una ceremonia conducida por la periodista Verónica...
La empresa Aguas Cordobesas celebró el cierre del programa “Construyendo Futuro 2024", con la...
Suscribite al canal de Los Turello.
Por Claudio Fantini. La entrevista de Rosario Lufrano con el presidente Alberto Fernández avanzó hacia no debía encaminarse. Al final, resultó contraproducente para la única prioridad que debe tener hoy la política: construir cooperación. La directora de los medios públicos del Estado formuló preguntas para sacarle posiciones políticas e ideológicas. Identificada con el kirchnerismo, logró, lamentablemente, su objetivo: Alberto Fernández se dejó correr por izquierda y, aunque moderadamente, hizo concesiones a su entrevistadora, diciéndole cosas que ella quería hacerle decir, aunque fuera inoportunas.
Correr por izquierda o por derecha a funcionarios con responsabilidad en esta instancia tan crucial, es deplorable. Y dejarse correr por izquierda o por derecha, es lamentable.
¿Será capaz Alberto Fernández de retomar la dirección que tan acertadamente había elegido y transitó en las últimas semanas?
El hombre que se convirtió en Presidente con votos prestados del kirchnerismo, empezó a empoderarse merced a su actuación en el escenario de la pandemia.
Su tono sereno y firme, su discurso enfocado en acciones frente al flagelo, sus apariciones junto a las figuras más respetables y eficaces de la oposición, y la decisión de adelantarse a muchos gobiernos del mundo en la aplicación de la cuarentena para reforzar el aislamiento social, generaron tranquilidad. Lo mostraron como el timonel adecuado para conducir la nave en la tempestad.
Pero la pandemia no tiene sólo un examen de ingreso que garantice la aprobación para el resto de la gestión. La pandemia es un examen permanente para los gobernantes.
Adelantarse a imponer la cuarentena estuvo bien, y contó con el aval de la oposición. Prolongar la cuarentena está bien, pero también hay que administrarla. Organizar el abastecimiento a todas las personas también es elogiable, así como dar asistencia económica especial mucho más allá a los que ya recibían subsidios del Estado.
Lo que está mal. Los cuentapropistas no pueden trabajar y se quedan sin ingresos. La mayoría no recibe la asistencia universal que da el Gobierno desde hace años. Franjas inmensas de autónomos deben recibir la misma ayuda que los monotributistas. Son millones los argentinos que se asfixian en la cuarentena por el frenazo de la economía. Y para ellos, no hay políticas.
No basta establecer y prolongar cuarentenas. Hay que organizarlas, administrarlas, para que la economía siga funcionando y las cadenas de pagos, de producción y de abastecimiento no se corten y se atenúen sólo lo indispensable.
Tampoco basta con llamar “miserables” a los empresarios ricos que despiden empleados para mantener márgenes de ganancias. Sobre todo cuando Alberto Fernández no tomó ninguna iniciativa para bajar los sueldos de los funcionarios, ni promovió el recorte de los sueldos de legisladores y concejales.
Lea también | 31/3/20 | AF atacó a Rocca, pero hasta los jóvenes empresarios le respondieron
Al hablar de “miserables” podría aludir también a su vicepresidenta. Porque no fue Cristina Kirchner quien ofreció sus hoteles sospechados de lavado de dinero para albergar pacientes afectados por el coronavirus. Quién hizo ese reclamo fue Silvina Martínez, una exponente de la oposición.
Se equivocaría el Presidente si sucumbe a la tentación de embriagarse con encuestas. Ese licor no tienta a los estadistas, sino a los demagogos y a los mediocres.
La regla en el escenario del coronavirus es que las sociedades apoyan a sus líderes, incluso los que demoran en reaccionar y cometen errores. Aunque no prueben ser eficientes, si se muestran presentes, preocupados y ocupados, los gobernantes obtienen respaldos en la sociedad. En esta coyuntura inédita, las sociedades están actuando como los niños asustados que corren a abrazarse a la falda de la madre. Las excepciones son contadas y entre ellas se destaca el patético caso de Jair Bolsonaro.
El apoyo que recibió se atenuará si sigue limitándose a establecer cuarentenas, sin organizarlas y administrarlas con eficacia.
También Alberto Fernández ganó adhesiones al mostrarse con el dirigente opositor de mejor imagen en cuanto a dedicación, responsabilidad y eficacia en la gestión: el jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta.
Si lo embriaga algún tipo de triunfalismo apurado, como el que parece insinuarse cuando señala con dedo acusador y deja de mostrarse con los mejores dirigentes de la oposición, la confianza que irradió al comenzar la pandemia puede atenuarse.
También se atenuará si sigue limitándose a establecer cuarentenas, sin organizarlas y administrarlas con eficacia.