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Por Claudio Fantini. ¿Sobreactúa la Unión Argentina de Rugby (UAR) al sancionar a tres jugadores de Los Pumas, incluyendo el capitán Pablo Matera, por los tuits racistas que publicaron hace ocho años? ¿El escándalo por esos viejos mensajes tiene relación con la ausencia del homenaje a Diego Maradona por parte de la Selección Argentina en el partido contra los All Blacks, en el que los neozelandeses sí le rindieron tributo al ídolo fallecido?
Existe un racismo orgánico y un racismo silvestre. El primero se practica desde organizaciones como el Ku Klux Klan, partidos neonazis y agrupaciones supremacistas, entre otras. El racismo silvestre carece de filiaciones específicas y se practica en la cotidianeidad porque forma parte de los hábitos.
El racismo orgánico (Ku Klux Klan o partidos neonazis) es peligroso, pero el racismo silvestre (individual) no es inofensivo, sino corrosivo. Altamente corrosivo.
A veces de manera inconsciente y otras veces, no, millones de personas expresan fórmulas de desprecio, descalificación o estigmatización hacia otros.
Las dirigencias del rugby hicieron muy poco desde los clubes y desde la elección de entrenadores, que forman a los jugadores, para reemplazar esos hábitos deplorables por valores humanos.
El asesinato de un joven paraguayo en Villa Gesell por una patota de rugbiers detonó alarmas de la manera más brutal sobre los niveles de criminalidad que puede alcanzar un hábito producido por la ignorancia, la estupidez y la falta de formación en valores humanos.
Las señales de hábitos despreciables llegaron hasta Los Pumas y se mostraron en los viejos tuits de los tres jugadores sancionados: Pablo Matera, Guido Petti y Santiago Socino.
Cualquier forma de desprecio étnico, racial, cultural, religioso y social contamina de tal modo las sociedades que crea el clima en el que se practica la discriminación de manera natural.
El racismo no sólo comete crímenes; el racismo es un crimen. Por eso, la UAR no puede dejar pasar el episodio de los tuits.
El olvido de un tributo a Maradona es negligencia.
En este punto, Los Pumas tienen algo en común con Alberto Fernández, que en un mismo puñado de días mostró negligencia y falta de escrúpulos.
Lo inescrupuloso fue organizar la despedida en la Casa Rosada, a pesar de que, al ser un recinto cerrado, se puede propagar el Covid-19, como tantas veces ha explicado el propio Presidente.
La especulación política es la única explicación de que la despedida se haya organizado aglutinando multitudes dolientes, en lugar de dispersarlas, con un cortejo que lleve el féretro por la ciudad.
La falta de escrúpulos volvió a mostrarse cuando Alberto Fernández y sus colaboradores empezaron a culpar por los desmanes al Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, por la represión, y a la familia de Maradona por la pésima idea de velarlo en la Casa Rosada.