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Por Claudio Fantini. Cristina Kirchner gesticula detrás del trono en el que está sentado Alberto Fernández, con lo que espanta inversiones y complica las gestiones de Martín Guzmán. Paralelamente, dos dirigentes destacadas de la oposición –Patricia Bullrich y Elisa Carrió– suman sus propias muestras de irresponsabilidad en un escenario político desquiciado.
La pantomima histérica de la vicepresidenta bombardea las gestiones de Guzmán, o bien por un ideologismo extraviado, o bien por una simulación de purismo partidario destinado a la feligresía propia.
Lo seguro es que su efecto en la economía, ya golpeada por la pandemia, resulta devastador.
A la irresponsabilidad de Cristina Kirchner, que impacta en el Gobierno, se suman las de Patricia Bullrich y Elisa Carrió, desde la oposición.
En algún momento, el presidente tendrá que explicar con pruebas la razón por la cual su administración no logró traducir en envíos de vacunas Pfizer el aporte de miles de voluntarios argentinos, a la experimentación de ese laboratorio.
Tendrá que demostrar que no fue inoperancia, negligencia o ninguna otra razón, porque está claro que de haber ingresado más vacunas en el verano, se habrían provocado menos muertes en el otoño.
Pero la presidenta del PRO podría haberse sumado al cuestionamiento, sin cometer la irresponsabilidad de plantear una denuncia sísmica sin las pruebas en la mano.
Bullrich podría haber planteado la sospecha de un pedido de soborno, pero dejar en claro que se trata de una hipótesis, cuya veracidad no está demostrada.
Sin embargo, dio como probado algo que no podría probar. Y eso le resta credibilidad a su prédica de “república, institucionalidad y Estado de Derecho”.
La irresponsabilidad cometida por Elisa Carrió fue aún más grave: incitó a no vacunarse con la Sputnik, argumentando una razón descabellada.
Para muchos seguidores, Carrió es un modelo de liderazgo y conducta. Por eso, no faltaría quienes rechacen recibir la vacuna rusa por la descabellada razón que dio la líder de la Coalición Cívica. “Proviene de un país donde impera una dictadura”, dijo.
Por la misma razón, los seguidores de Carrió debieran rechazar ser inoculados con la vacuna china por provenir de un país en el que impera un régimen autoritario de partido único.
Y resulta obvio que, en el escenario trágico de una pandemia, donde lo que urge para salvar vidas es que la gente se vacune masivamente con las dosis que estén a disposición, irradiar un comportamiento adverso a cualquiera de las vacunas, es una actitud repudiable.
Si las izquierdas antiimperialistas y los nacionalistas anglofóbicos y antinorteamericanos imitaran, desde sus respectivas veredas, la prédica de Carrió, habría miles de personas negándose a recibir vacunas como Pfizer y Moderna (si en algún momento llegan), así como la anglosueca.
Absurdo hasta lo demencial.