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Por Claudio Fantini. Así como el acuerdo con el Club de París es una buena noticia que podría no hablar bien del Gobierno (más de una década hablando de desendeudamiento para terminar buscando endeudarse), también la invitación de Rusia…
para que Argentina participe de una reunión del BRICS podría ser una mala señal sobre la conducción del Estado argentino.
Lo organización que agrupa a Brasil, Rusia, China, India y Sudáfrica (BRICS) no es una identificación política o ideológica, sino que representan economías en notable expansión, las cuales están alcanzando a las más desarrolladas del planeta.
La súbita simpatía de Vladimir Putin hacia Cristina Kirchner no estaría desprovista de ciertos parecidos, aunque en distintos grados, en algunos rasgos despóticos de conducción, fuerte estatismo y capitalismo de amigos.
Lo que está fuera de dudas es que el gesto de Putin fue en agradecimiento a la posición que asumió la Presidenta argentina en la crisis ruso-ucraniana.
En un primer momento, Cristina Kirchner cuestionó claramente el referéndum que determinó la anexión de Crimea a Rusia. Fue una posición correctamente alineada con la cuestión Malvinas, donde Gran Bretaña argumenta en su favor la voluntad de los kelpers expresada en un referéndum por la soberanía.
Por eso fue curioso que la Presidenta luego cambiara su posición inicial, girando hacia una ambigüedad fácilmente interpretable a favor de Rusia.
Además del agradecimiento por el cambio de posición, el presidente ruso desarrolla una estrategia para saltar el cerco de aislamiento que le están imponiendo las potencias de Occidente, por fomentar las rebeliones prorusas en el este de Ucrania.
Por la misma razón, Putin fue a Shanghai para iniciar con el líder chino Yi Jimping un alineamiento que podría modificar el tablero geoestratégico mundial. La historia de la relación entre China y Rusia tiene más roces que abrazos.
Sólo hubo una fuerte alianza cuando Mao Tse-tung llegó al poder en 1949, venciendo al ejército del Kuomintang gracias a la ayuda de Joseph Stalin. Pero tras la muerte del siniestro georgiano en 1953, el nuevo liderazgo soviético reveló al mundo los crímenes del estalinismo. Entonces, Mao se distanció de Moscú.
El proceso de alejamiento, que incluyó enfrentamientos armados como el que ocurrió en la frontera sobre el río Usuri en 1969, además de alianzas cruzadas en Camboya, Laos y Vietnam, llegó a su máxima expresión con el entendimiento que negociaron Kissinger y Chou En-lai, desembocando en el abrazo histórico entre Nixon y Mao Tse-tung.
En estos días, China está enfrentada con Japón por las islas Senkaku; con Corea del Sur por cuestiones limítrofes en el Mar Amarillo; con Vietnam por el petróleo en la isla Paracels y con Estados Unidos por espionaje industrial y tecnológico. Por eso, Beijing dejó de lado sus resquemores y se acercó a Rusia, también urgida de aliados y socios.
Ahí está la otra razón por la que Vladimir Putin invitó a Cristina al BRICS. Habría sido una señal menos polémica que a esa invitación la hiciera Brasil, la India o Sudáfrica.■
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