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Por Juan Turello. Faltan poco menos de seis meses para la elección legislativa, señala mi columna en La Voz. Los comicios serán un plebiscito sobre la gestión de Macri. Si pierde la provincia de Buenos Aires –el núcleo duro de la política argentina-, la gobernabilidad estará acechada por un kirchnerismo, que, sin autocrítica, le pidió juicio político a pocos meses de asumir. ¿Ayuda la entrevista de Macri con Donald Trump a solucionar los problemas económicos? Veamos.
Poco, es más un gesto de la importancia que Estados Unidos concede a la Argentina ante un panorama cambiante en el mundo. “Líder de la región”, lo definió el presidente norteamericano en un escenario que carece de líderes en la acción y en los planteos ideológicos.
La economía de Estados Unidos se cerrará aún más: las empresas pagarán un impuesto de 15% si sus productos e insumos se fabrican allí; si son importados, el tax será de 35%. Una de las razones porque las empresas vuelven sus inversiones al país del Norte, y éste decide denunciar el acuerdo con Canadá y México (Nafta), tras haber hecho lo mismo con el Transpacífico. Poco para nuestro país, más allá de limones y biodiésel.
La segunda vuelta electoral en Francia, en 10 días, simboliza la disputa global: liberalismo, con apertura económica, o un nacionalismo cerrado al comercio y al tránsito de los trabajadores. Por ahora, triunfaría el primero, pero aun los países nórdicos –los de mayor desarrollo humano- sugieren que el capitalismo debiera avanzar hacia una renta universal por trabajador y reducir la jornada laboral a 15 horas para generar empleo.
El trabajo personal está amenazado por la globalización de los negocios y el impresionante avance de la tecnología, que ya creó robots para el reparto de encomiendas, el ensamblado automático de vehículos (la futura inversión de Fiat en Córdoba se acercaría a ese modelo) y hasta para limpiar el hogar.
El futuro del trabajo es un problema que los gremialistas debieran incluir en sus discursos, junto a la recordación de la gesta de los trabajadores de Chicago en 1886.
Trump lanzó gestos de apoyo a Macri. Su reforma impositiva cerrará aún más la economía de EE.UU.
Argentina está muy lejos de los debates sobre el capitalismo de Europa y Estados Unidos. No hay oferta y demanda que sigan reglas generales. Más bien un Estado que se apropió de empresas y es una “aguantadero” del empleo que no se consigue en el sector privado.
La discusión sobre qué impuestos tendrían que reducirse para alentar la actividad debiera ser posterior a cuál es el Estado paternalista que anhelan los argentinos.
La economía tuvo un freno en febrero -2,2% en relación con igual mes de 2016-, luego de la tibia recuperación de diciembre y enero en comparación con los meses precedentes. En marzo, el índice general de actividad (IGA), de Orlando Ferreres, se recuperó 1,2, aunque la industria cayó 0,8, la menor baja interanual de los últimos 12 meses. La construcción mostró un fuerte repunte: 10,8 interanual. También son buenos los números de marzo de las ventas de autos nuevos y usados, pero la producción de vehículos no reacciona.
El economista Diego Dequino sostiene que “en este trimestre se cruzarán las expectativas y la realidad económica, y que a partir del tercer trimestre se verá si los resultados son positivos o negativos”. Justo cuando comienza a definirse el clima electoral.
Hay demasiada política para una aún débil economía. En la precampaña, las cuestiones de fondo -qué nivel de gasto público estamos dispuestos a pagar, cómo mejorar la competitividad, la educación, la salud y el futuro del empleo- “pagan poco”. Mejor ir a los programas de Mirtha, Santiago del Moro y Fantino y tirar chicanas y frases hechas sobre el tema del momento.