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Por Claudio Fantini. La pandemia del coronavirus ha convertido al mundo en una olla a presión. Cada país es también una olla a presión. Las semanas pasan, los medios ventean cifras que aumentan el pánico, la impotencia de los gobiernos desgasta la credibilidad de sus sociedades y la presión crece peligrosamente. Crece el riesgo de que estallen conflictos entre países, incluidas guerras entre potencias.
Los gobiernos de China y de Estados Unidos están en situaciones delicadas por sus respectivas responsabilidades frente a sus pueblos y al mundo. Ambos pueden necesitar desviar la atención para ocultar sus errores.
Un mes es una eternidad en el caso de la pandemia. Ese es el lapso que transcurrió entre el informe que hizo Ai Fen, la jefa de emergencias del Hospital Central de Wuhan sobre la potencia del nuevo virus, y el anuncio público al que se vio obligado el gobierno chino.
La misteriosa desaparición de la médica despierta la sospecha de que el régimen que encabeza Xi Jinping intenta ocultar pruebas de su responsabilidad en el cataclismo global que produce la pandemia.
Y, probablemente, el régimen esté también detrás de la difusión de teorías conspirativas, como la que señala que al coronavirus lo creó Israel a través del laboratorio Rotschild y contó con financiación de Bill Gates.
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No sólo China puede estar creando peligrosas campañas para ocultar graves responsabilidades.
La gigantesca operación antinarcotráfico que el Comando Sur de Estados Unidos está desplegando en el Caribe, frente a las costas de Venezuela, puede tener que ver con la inmensa responsabilidad de Donald Trump en la vulnerabilidad norteamericana frente a la pandemia.
Días atrás, Washington denunció formalmente como narco-terrorista al régimen de Nicolás Maduro. La denuncia exhibe pruebas contundentes, pero no muestra nada nuevo.
Desde hace años es conocido que la casta militar que impera en Venezuela se financia con el narcotráfico, además de la explotación ilegal de la cuenca minera. Sobre el “Cartel de los Soles” y su relación con las FARC en el tráfico de cocaína, también se sabe desde hace tiempo.
¿Por qué ahora se plantea la denuncia y se pone en marcha una operación militar que podría intentar el derribo de Maduro?
Lo que impera en Venezuela es un régimen esperpéntico y facineroso. Pero derribarlo por medios militares, como se hizo con el general Noriega en 1989, no parece tener lógica en este preciso momento.
Salvo que Donald Trump necesite algo grande para desviar la atención de su propia responsabilidad en la pandemia que azota a los Estados Unidos.
No es sólo lo incrimina el persistente negacionismo que tuvo como primera reacción ante el coronavirus. Lo más grave que hizo Trump fue desmantelar y clausurar la unidad antipandemia que había creado Barack Obama.
Si Estados Unidos contara con esa unidad antipandemia, la sociedad habría contado con un arma eficaz para organizarse y defenderse del coronavirus.
La responsabilidad de Trump. De nada se puede estar seguro, pero tiene lógica sospechar que una posible acción militar contra Maduro tiene que ver con la necesidad de desviar la atención de un desastre, en el cual Trump tiene un grado importante de responsabilidad.
La responsabilidad de China. Del mismo modo, ante la desaparición de la doctora Ai Fen, tiene lógica sospechar que Xi Jinping necesita tapar su responsabilidad por los cientos de miles (o millones) de chinos que viajaron por todo el mundo durante enero, así como los que volvieron a China para el año nuevo lunar, sin que Beijing advirtiera el peligro que ese oceánico desplazamiento implicaba.