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Por Claudio Fantini. Es muy grave que el presidente haya dicho lo que dijo. Son derrapes que un jefe de Estado no puede tener. Alberto Fernández dijo dos cosas que jamás debió decir: “A la Argentina le fue mejor con el coronavirus que con el gobierno de Macri”; y reveló que -en una conversación privada- el ex presidente le habría dicho que no frene la economía y que “mueran los que tengan que morir”. Macri desmintió esta afirmación.
La primera manifestación es una apreciación lamentable en boca de un jefe de Estado, pero la segunda, rompe límites éticos imprescindibles. Sobre una conversación privada y sin testigos, cualquiera de las dos personas que participaron puede atribuir a la otra cualquier barbaridad, porque nadie puede atestiguar lo contrario.
Los dichos de Alberto Fernández: el primero es una apreciación lamentable; el segundo, rompe límites éticos imprescindibles.
No se trata de defender a Mauricio Macri. Desde que comenzó la pandemia no ha dicho ni ha hecho nada que resulte útil en esta instancia.
Por el contrario, ha ostentado negligencia al enviar fotos viajando en primera clase a Europa y al alojarse en hoteles de lujo de París y de la Costa Azul. Las envío a un país en plena pandemia, con la economía en caída libre y los niveles de pobreza trepando de manera dramática.
Es posible que Macri haya dicho lo que Alberto Fernández dice que dijo. Pero lo seguro es el carácter miserable en un jefe de Estado del “dice que dijo”.
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Que el presidente esté exhibiendo un costado miserable, podría ser revelador de una deriva.
Esa deriva sería el resultado de la dificultad de conducir el Gobierno con un poder superpuesto, el de la vicepresidenta y de su decisión de imponer la agenda mostrando al presidente como un servil instrumento de sus necesidades judiciales y sus poses ideológicas.