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Por Claudio Fantini. El asalto al Capitolio produjo una situación objetiva por la cual Donald Trump no puede, desde ese momento, ejercer la presidencia de EE.UU. La pérdida de autoridad moral deja viciada cualquier decisión, por caso, la inclusión de Cuba en la lista de países que patrocinan el terrorismo.
La razón más evidente es que fue Trump quien convocó la manifestación que, de inmediato, derivó en un foco insurreccional y un asalto criminal al Poder Legislativo.
El objetivo de la toma del Capitolio era de impedir la proclamación de Joe Biden como futuro presidente de EE.UU.
Las pruebas, como en el caso de la presión al gobierno de Georgia para que adulterara el escrutinio en ese Estado, están a la vista: los twits y el mensaje televisado de Trump.
Cuando ya había cuatro muertos y un policía gravemente herido (falleció días después por las heridas), el presidente exhortó a los manifestantes a volver a sus casas.
El presidente dijo a los ocupantes del Congreso que los quería y valoraba positivamente el violento suceso que habían protagonizado.
Pero no es sólo la responsabilidad de Trump en el ataque golpista y sangriento al Capitolio lo que, de hecho, le impide gobernar.
Cualquier decisión tomada en EE.UU. a partir de la pérdida absoluta de autoridad moral, queda viciada. Por caso, la inclusión de Cuba en la lista de países que patrocinan el terrorismo.
¿Con qué autoridad moral puede un presidente, que lanzó una turba violenta y armada a perpetrar un golpe, acusar a otros países de alentar el terrorismo?
La decisión anunciada por Mike Pompeo es una muestra más de la negligencia de un presidente que terminó agigantando su derrota.
Con Fidel Castro, como dueño absoluto del poder, el régimen cubano propicio el terrorismo durante décadas. Con seguridad durante las décadas de 1960,1970 y1980. Pero, hoy, esa acusación parece más bien anacrónica.
Aunque existieran razones claras y probadas para reinstalar a Cuba en esa lista, después de semejante estropicio contra las instituciones y con el saldo de cinco muertos, lo único que puede lograr Trump es ridiculizar esa acusación
En definitiva, la acción de un presidente desprestigiado y sin autoridad moral, beneficia al acusado. Una negligencia más.