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Por Juan Turello. El gobierno de Javier Milei concluyó la semana anterior con la ratificación de dos objetivos contundentes: que la inflación sea menor al 2% y se aproxime a cero, y que la dolarización será inevitable. Esa fórmula luce complicada para numerosos actores de la economía local, señala mi nota en La Voz.
El ministro de Economía, Luis Caputo, ratificó que el equilibrio fiscal es innegociable en el cálculo de gastos y recursos para 2025, cuestión que ya levanta temperatura en el Congreso. Las universidades y las provincias no están de acuerdo con los números oficiales.
“Este Presupuesto es inviable. Para mí, la apuesta de Milei y Caputo es que fracase su tratamiento y el Gobierno reconduzca el de 2023, con una inflación acumulada de más de 200%”, se sinceró un asesor del oficialismo dialoguista.
La reconducción del Presupuesto 2023 para el próximo ejercicio implica menos recursos reales para todos los sectores: universidades, provincias y planes oficiales.
La administración nacional contará con mayores ingresos nominales que aquel cálculo, por lo que dispondrá de importantes fondos en un año legislativo.
La apuesta de La Libertad Avanza es cambiar la relación de fuerzas en ambas Cámaras, en las que exhibe una marcada minoría.
Los oficialistas calculan que perdiendo la elección, pero con un 33% de votos (el apoyo duro a Milei en la primera vuelta de hace un año) podrían duplicar o triplicar la representación en el Congreso.
De esa forma, sobrevendrá otra discusión para 2026 y 2027, conjeturan.
El Gobierno sigue celebrando los buenos datos de los mercados. Ahora, agregó que la inflación mayorista de septiembre fue de 2%, el número mágico para la actual conducción.
La fórmula se compuso con una suba de 2,3% en productos nacionales, mientras que importados retrocedieron 1,4%.
De allí, la decisión de empujar la desaceleración de precios con la reducción de aranceles de 89 bienes, entre los cuales sobresalen café, electrodomésticos y neumáticos.
Las fábricas locales advierten que no pueden competir por la carga tributaria ni con el actual régimen laboral.
En no pocos casos, las pymes calculan caída en las ventas propias, con impacto en el empleo.
“Es un deja vu de finales de la convertibilidad”, se sinceró un industrial de la región centro de Córdoba.
Al cerrar el Coloquio de Idea, el presidente volvió a levantar la bandera de la dolarización, que entusiasma a los sectores transables -energía (petróleo, gas natural y electricidad), minería, pesca y granos-, pero pone en aprieto a grandes sectores de la industria.
Hasta el turismo local puede perder con la apreciación del peso. Las agencias ya anticipan que “Brasil explotará este verano para los argentinos”.
“El Banco Central no los va a molestar nunca más porque, conforme avance la dolarización endógena, va a haber un momento en que va a ser muy grande la operatoria en dólares, y en pesos muy chiquita. Cuando se dé esa situación, vamos a estar en condiciones de cerrar el Banco Central”, les prometió Milei a representantes de grandes empresas.
Los pocos empresarios pymes presentes quedaron perplejos.
En la puja por exacerbar la disputa con Cristina Kirchner, que conducirá desde el 17 de noviembre al peronismo, Milei decidió no avanzar contra la depuración de las cúpulas sindicales.
Los “gordos” de la CGT rechazan tal regreso y prefieren acercarse a Axel Kicillof, virtualmente lanzado a un proyecto presidencial para 2027.
La estrategia oficial parece darle la razón: Pablo Moyano (Camioneros) y Ricardo Pignanelli (Smata) quedaron del lado de Cristina Kirchner.
El sindicalismo se dividió en relación con la futura estrategia del PJ.
La alianza con los grandes gremios perjudica a las pymes, que soportan convenios laborales onerosos.
La decisión de sanear la economía es compartida por todos, pero no existe un consenso contundente sobre las herramientas a utilizar.