Córdoba aún vive la conmoción que provocó la muerte de José Manuel De la Sota, un protagonista clave de los últimos 30 años de la vida política.

El accidente que le costó la vida, no sólo significa la desaparición de una personalidad que se aprestaba a jugar un rol clave en la elección presidencial de 2019, sino que –con él- desaparece una estirpe política en la provincia.

Los dos principales referentes fueron De la Sota y el radical Eduardo Angeloz. El 23 de agosto último se cumplió un año de la muerta de Angeloz. Ambos, libraron la principal pelea política en Córdoba en las décadas pasadas. Auténticos caudillos políticos.

La imagen más impactante: Schiaretti llora sobre el féretro de De la Sota | Foto: prensa Gobierno de Córdoba

El gobernador Juan Schiaretti –el único mandatario vivo de los que gobernaron Córdoba desde 1983- tiene otro estilo. Sobresale como moderado, aplicado a la gestión y al manejo de las siempre difíciles cuentas públicas, sin la militancia permanente en los medios de comunicación, que caracteriza a la nueva generación.

De la Sota fue tres veces gobernador de Córdoba, secretario de Gobierno de la Municipalidad de Córdoba, legislador nacional, embajador en Brasil y precandidato a presidente y vice de la Nación.

Currícula completa, salvo el ejercicio de la Presidencia, a la que aspiraba llegar en 2019. Más allá de la política, no dejó nunca la exposición pública. Grabó un disco con tangos y melodías, copiloto de autos de rally, dueño de una casa de moda y hasta conductor televisivo, cuyo debut en el canal Crónica estaba previsto para el 5 de octubre próximo. Ya había grabado cinco programas. El ciclo se iba a denominar “Puentes”.

De la Sota y Angeloz al centro, en la marcha contra los «carapintadas» en 1987. Al lado de Angeloz, está Mario Negri. Varios de los protagonistas ya fallecieron | Foto: lavoz.com.ar

Después de De la Sota

• Mejor galardón. La mayoría de la clase política se unió en reconocer sus cualidades de un “animal político”, el dirigente que vive las 24 horas para su tarea, y tiene la capacidad de reconstruirse, aun después de sufrir duras derrotas. Perdió las elecciones a intendente de Córdoba (1983), a la gobernación (1987 y 1991) y las candidaturas a vicepresidente (1988) y a presidente (2015). Siempre se sobrepuso y buscó nuevas alianzas. La unanimidad con que lo despidió la mayoría de la clase política es su mejor galardón en un país dividido por una grieta profunda. Amigable en su tono, fue frontal en sus posiciones.
• En el tintero. Nunca terminó de reconciliarse con los cordobeses de la ciudad Capital, por el apoyo que le brindó a la candidatura a la intendencia de Germán Kammerath. Quedarán sin esclarecer debidamente las denuncias que sufrió en su administración, como los bolsos con Lecor y el último contrato con Odebrechet por los gasoductos. Su peor foto fue en el aeropuerto de Panamá, cuando esperaba el avión de regreso a Córdoba, que sufría el motín policial y el saqueo aquel 3 y 4 de diciembre de 2013.
• La política cordobesa. Schiaretti será desde ahora el jefe indiscutido del peronismo cordobés. La desaparición de De la Sota reafirma su candidatura a la reelección en 2019. Con ambos, se despide la generación de 1970. Habrá que identificar ahora a los líderes de la nueva camada, que buscarán jugar papeles clave en los comicios de 2021.
• La política nacional. De la Sota no había logrado hacer pié en el peronismo federal (Urtubey, Pichetto, Schiaretti), por lo que buscó espacios dentro del kirchnerismo, que fue su enemigo durante la última gobernación. El sector de Cristina Kirchner pierde a un referente que iba a empezar a jugar su protagonismo en el conurbano bonaerense. Macri gana un poco de tranquilidad, ya que el ex gobernador de Córdoba se iba a presentar como un crítico de sus políticas.

Se fue De la Sota. Se terminó una estirpe y un modo de hacer política.

Ver: Galería de fotos del velatorio de De la Sota.

Redacción Turello.com.ar

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