Por Juan Turello. Por momentos, Argentina suele estar aislada del resto del mundo en...
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Por Juan Turello. El gobierno de Alberto Fernández protagonizó en los últimos días una serie de eventos desafortunados, que debilitan aún más su credibilidad ante la sociedad.
El ministerio de Sergio Massa percibió como un cachetazo la inflación de 6,6% en febrero, tras la firma de una decena de pomposos acuerdos, de dudoso cumplimiento. Así es difícil revertir una delicada coyuntura económica y social, señala mi nota en La Voz. Repasemos.
El equipo de funcionarios panelistas expresó a través de la vocera Gabriela Cerutti que “el dato es malísimo”, además de reconocer que no esperaban esa suba de precios.
La inflación interanual de 102,5% es la más alta desde la híper de agosto de 1989.
En marzo, la inflación sería en torno al 7%, mientras que el resto del semestre cerraría con un rango de entre 5% y 6% mensual.
No hubo anuncios de medidas concretas para modificar la situación por parte del Presidente ni de Massa, ambos golpeados en sus proyectos políticos.
Para marzo, se calcula una inflación en torno de 7%, mientras que el resto del semestre cerraría con un rango de entre 5% y 6% mensual.
Pero este evento, que responde al mal manejo macroeconómico del Gobierno, incluye datos preocupantes.
La canasta básica alimentaria (CBA), que sirve para medir cuando una persona/familia cae en la indigencia, aumentó 11,7% en febrero, con una suba interanual de 115,1%.
La canasta básica total (CBT) se incrementó 8,3%, con un alza de 111,3% en los últimos 12 meses.
La alta inflación anticipa que el primer trimestre del año registrará un aumento de la pobreza, que alcanzaba a 4 de cada 10 argentinos a fines de 2022.
Para evitar la corrida hacia el dólar, el Banco Central aumentó al 78% la tasa nominal anual de los plazos fijos, con un rendimiento efectivo de 113%, si se renuevan el depósito y los intereses durante 12 meses.
La decisión protagonizada por Miguel Pesce tiene una contracara: desalienta el consumo y la inversión, lo que podría agudizar la caída que se proyecta para este año.
La suba, que alcanza a las letras de liquidez (Leliq), no pudo ser más alta porque la deuda del Central con los bancos ya roza los 12 billones de pesos. La nueva tasa implica liberar por mes más de 780 mil millones de pesos en intereses, que empujan la inflación y el valor del dólar.
Otro evento desafortunado llegó de la mano de la sequía, que provocará la menor cosecha de soja de los últimos 23 años, con sólo 25 millones de toneladas, estimó la Bolsa de Cereales de Buenos Aires.
Las reservas del Banco Central sufrirán un faltante de entre 15 mil millones y 20 mil millones de dólares, según entidades vinculadas con la agroindustria.
Junto a ello, una foto de la distorsión de los precios relativos: el gasoil -insumo clave para la actividad en el campo- fue en febrero 26% más caro en el interior del país que en la Ciudad de Buenos Aires, según señaló la Fundación Colsecor al relevar 31 localidades de siete provincias.
“El mundo político y empresario no tomó real dimensión del impacto de la sequía en sus vidas cotidianas”.
El drama de la sequía golpeará la economía en “el interior del interior”, con impacto en diversos sectores de la industria y en la construcción.
La crisis financiera no resuelta que atraviesan Estados Unidos y Europa, por la caída de al menos cinco bancos, alejará aún más el interés de potenciales inversores en empresas y en bonos de la deuda argentina.
El equipo de Alberto Fernández es protagonista de varios eventos desafortunados, mientras que en otros -como la sequía- no supo cómo enfrentarlos. La peor receta para la coyuntura es el desgobierno.