Por Claudio Fantini. La encrucijada de Venezuela va encerrando al régimen chavista en dos opciones: ceder a la presión y convocar a elecciones, o quitarse el último ropaje de institucionalidad democrática y proclamar un régimen de partido único. En este caso, la vía de la violencia no está descartada por Nicolás Maduro y sus seguidores.

María Corina Machado y otros líderes opositores mantienen las protestas contra el régimen de Maduro | Foto: archivo Turello.com.ar

Si opta por el camino electoral, deberá también optar entre dos posibilidades: la primera es hacer una elección limpia y la segunda, asegurarse la victoria con un monumental fraude electoral. La concreción del fraude no le sería muy difícil, porque el Consejo Nacional Electoral está totalmente bajo su control. Lo difícil sería no levantar sospechas entre los observadores internacionales, que tendría que invitar para dar alguna veracidad a los comicios.

A la opción de la elección limpia sólo podría hacerla si una negociación  -abierta o secreta-, con las cabezas de la oposición, le garantiza impunidad a la cúpula de un régimen gangrenado de corrupción, además de enriquecido con el contrabando de petróleo y sus vínculos con el narcotráfico.

Los candidatos de la disidencia seguramente se impondrían en una elección totalmente limpia, y el gobierno no va acorrer el riesgo que corrió, por malos cálculos, en las elecciones legislativas, que dieron un triunfo abrumador a la oposición.

Algunas voces de la diáspora venezolana afirman que, entre los extranjeros adiestrados en Venezuela, hay jóvenes argentinos de la Tupac Amaru y de La Cámpora.

Si no puede tomar por ninguna de las vías electorales, la actual encrucijada empujará al gobierno hacia el régimen de partido único, impuesto mediante la “violencia revolucionaria”. Nicolás Maduro ya está amenazando con dar ese nuevo paso en el sentido del totalitarismo. Y la amenaza va más allá de las fronteras.

En una de sus últimas alocuciones públicas, el presidente chavista dijo que si continúan desafiándolo, responderá con la violencia revolucionaria en Venezuela y en toda la región. Y se trata de una amenaza que conviene tomar en serio.

Las postales de la represión han vuelto a mostrar el accionar criminal de grupos paramilitares como “los motorizados”, que disparan contra la gente y huyen a toda velocidad con sus motocicletas.

Esta modalidad de represión fue enseñada a las fuerzas de choque chavistas por la fuerza Bajid, paramilitarismo iraní creado por el ayatola Jomeini que Mahmmud Ahmadinejad usó en 2009, cuando estalló una ola de protestas callejeras por el fraude con el cual impuso su reelección.

Maduro se mostró en videos impartiendo cursos de uso de fusiles de repetición montados en trailers tirados por motocicletas. Las acciones, gestos y palabras de Maduro impiden dudar que el régimen esté adiestrando miles y miles de paramilitares para que entren en acción cuando se disponga a proclamar el régimen de partido único, que ya rige en los hechos.

Tampoco sobran razones para dudar de lo que están diciendo muchos de los venezolanos que abandonan su país en una inmensa diáspora. Y lo que están diciendo es que en Venezuela se está entrenando en el manejo de armas a extranjeros. Tendrán su bautismo de fuego en la violencia revolucionaria con la que el régimen proclamara el paso al régimen de partido único y luego regresarán a sus países, con el objetivo de crear focos de violencia política.

Algunas de esas voces de la diáspora venezolana, coinciden en señalar que, entre los extranjeros adiestrados en Venezuela, hay jóvenes argentinos de la Tupac Amaru y de La Cámpora.