Por Juan Turello. Por momentos, Argentina suele estar aislada del resto del mundo en...
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Por Rosa Bertino. ¿Cómo se llama el nuevo ciclo de Susana Giménez? ¿Susana Giménez, a secas? Nadie lo sabe, ni le importa. Total, “ella” es el programa. Arrancó el miércoles pasado, con buen rating y una modesta apertura grabada en el Maipo. Y refuerza la decisión de Telefe por los “juegos sanos.
El típico musical-cuentodehadas duró apenas unos minutos, los suficientes como para percatarnos que una cosa es Susana vista con lentes especiales y otra, en estudios. Aunque ahí también tiene una cámara para ella sola. Aun así, había unos 10 años y cinco kilos de diferencia entre la Susana que bailó el charleston y la que recibió a Cauá “Jorgito” Reymond.
Dicho sea de paso, el galán brasileño en ningún momento le elogió la delantera. Sólo dijo que es lo primero que observa en el físico de una mujer, ante lo cual la conductora se alegró de haber elegido el corpiño correcto.
El debut fue tan previsible como era de suponer. Escasa repercusión en las redes sociales.
Aunque se llevan una, dos o tres décadas entre ellos, Mirtha, Susana y Marcelo acusan el paso de los años y la escasez de ideas en la televisión abierta.
Puestos a ponderar quién sobrelleva mejor el paso de los años en la televisión abierta, quizá habría que inclinarse por la octogenaria dama de los mediodías. Por lo demás, los tres se repiten igual que un político, pero con más glamour y mejor producción.
Y sobre los tres pende la espada de mantener una prole numerosa con gustos caros, que no da muestras de querer o poder reemplazarlos.
La noche de su debut, Susana estaba muy agitada. Digamos que lo achacó a una recaída gripal. Además, ya está grande. No veía la hora de pasar al “living”. Desde hace un tiempo, lo suyo es hiperproducirse y rodearse de gente hermosa. No tiene mucha idea de qué preguntarles, pero tampoco hace falta. Hasta los entrevistados están deseando que ella hable de ella.
Menos gracia le hace plantarse detrás del escritorio y comandar puzzles numéricos, auricular en mano. Lo que ocurre detrás de la pizarra le exige más concentración que una insustancial charla de diván.
Pero el juego telefónico es a Susana Giménez lo que los almuerzos a Mirtha y el baile a Tinelli. Además, “en este año de malaria”, los anunciantes han puesto un premio de un millón de pesos. “Y el que acierte Su-Sa-Na-Gi-MeNez de corrido… ¡se lleva 10 millones!”.
El ciclo tiene todas las chances de andar bien. Con él, Telefe consolida la tendencia al formato “juegos y/o competencias para toda la familia”. Y la neutralidad política.
¿Para qué variar, si a los comensales les gusta repetir el menú?