Por Juan Turello. Por momentos, Argentina suele estar aislada del resto del mundo en relación...
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«Que haya justicia pronto… para esta causa y para todas» dijo el rabino Marcelo Polakoff a este sitio, en el marco del segundo aniversario de la muerte del ex fiscal Alberto Nisman. A pedido de la agencia de noticias Télam, escribió sobre «el duelo y la justicia» haciendo una analogía entre el momento judicial que atraviesa la causa y las características de un niño de dos años.
A continuación, las reflexiones y las sensaciones del rabino de la Comunidad judía de Córdoba.
Por Marcelo Polakoff. ¿Cuándo termina el proceso del duelo por la muerte de un ser querido? Más allá de lo estrictamente personal, íntimo e intransferible, desde lo formal -al menos en lo que concierne a la tradición judía- es al año del fallecimiento.
Con ese dato a cuestas, hace exactamente un año me había tocado -como rabino- acompañar a Iara y a Kala Nisman a un pequeño y familiar encuentro con el presidente de la Nación, su esposa y su hijita, a fin de homenajear la memoria del fiscal.
El duelo por su papá, teóricamente, finalizaba ese mismo día. Y sin embargo me daba la sensación de que no sería así.
Y es evidente que no lo es. Porque cuando las circunstancias de una muerte -de cualquier muerte- no son bien esclarecidas, es muy difícil cerrar el proceso del duelo, aún incluso desde lo formal. Más todavía si el protagonista de la muerte es un fiscal de la república, y por si eso fuera poco, a cargo de la causa del atentado más grande que sufriera nuestro país. No haría falta agregar entonces el cruel dato de las múltiples amenazas que había recibido, ni de la investigación de un posible delito de traición a la patria que involucraba -entre otros- a los más altos funcionarios del gobierno de turno, y que el mismo fiscal estaba a punto de informar al Congreso en pleno.
«…cuando las circunstancias de una muerte -de cualquier muerte- no son bien esclarecidas, es muy difícil cerrar el proceso del duelo, aún incluso desde lo formal».
Así y todo, y con la penosa sensación de que gran parte de nuestra sociedad continúa aún de duelo, en el segundo aniversario de este macabro suceso podemos tener algunos atisbos de esperanza en torno a la justicia.
De algún modo un tanto curioso algunas de las características de un niño que cumple los dos años parecen asociarse a este crucial momento judicial.
Las causas que rodean a la muerte del fiscal Nisman empiezan a caminar de manera más independiente, incluso a dar algunos saltitos hacia adelante, tal cual lo hace un niño de esta edad.
Por otro lado, aparecen algunas nuevas clasificaciones y reacomodamientos propios de esta etapa donde la búsqueda de los “por qué” comienza a tener un rol esencial en la construcción de la identidad, algo que también intenta asomarse por los distintos despachos y pasillos oficiales.
Y de manera similar a lo que acontece con un chico de dos años, lenta pero claramente se empieza a distinguir en quién se puede confiar, y en quién no.
En aquel emotivo encuentro de hace un año, leímos juntos un Salmo (el 23) y “El Malé Rajamim”, una plegaria hebrea muy tradicional en cuyo texto se afirma literalmente que “haremos actos de justicia en virtud de la recordación de su alma”.
Ojalá estas palabras estén tiñéndose de realidad. Porque más allá de la metáfora (o incluso a pesar de ella), necesitamos una justicia adulta, responsable y madura. Para que Iara, Kala, la familia entera del fiscal y todos los que aún nos sentimos de duelo, podamos cerrar dignamente este doloroso proceso.
Amén.