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Por Claudio Fantini. Argentina mira boquiabierta al Uruguay. El vicepresidente Raúl Sendic presentó su renuncia indeclinable al cargo por duro pronunciamiento del Tribunal de Conducta Política que se formó dentro del Frente Amplio para evaluar el comportamiento que tuvo cuando presidía la empresa petrolera estatal ANCAP. Argentina y varios países de la región debieran tomar nota.
Uruguay está dando una cátedra del valor de la ética en la política. Para los argentinos, resulta inconcebible que un partido forme un tribunal de conducta política para investigar a un funcionario que pertenece a sus propias filas.
El Frente Amplio lo hizo para investigar cierto comportamiento nada menos que del vicepresidente. Y el resultado fue un cuestionamiento durísimo.
Paralelamente, el presidente Tabaré Vázquez hizo dos afirmaciones que evidenciaron su total desaprobación a la conducta Raúl Sendic. Primero, al estallar el escándalo, dijo que si su vice le presentaba la renuncia, él la aceptaría de inmediato. Y finalmente, como primera reacción ante el pronunciamiento del tribunal partidario, el presidente dijo que si él estuviese en la situación de Sendic, renunciaría de inmediato.
El partido de gobierno fue implacable con la inconducta de quien, hasta que asumió la vicepresidencia del país en 2015, era de una de sus mejores promesas en la alta dirigencia. Hijo de uno de los fundadores de la guerrilla urbana Tupamaros, Sendic cometió errores y mostró incapacidades que defraudaron a los frenteamplistas y al país.
La conducción de la ANCAP comprometió seriamente las finanzas de la empresa. Pero eso empezó a quedar claro cuando ya estaba en la vicepresidencia del país, cargo que estrenó con la denuncia de que el título de licenciado en Genética Humana con el que se presentaba, no existía.
Raúl Sendic había vivido exiliado en Cuba, donde estudió Medicina. Siempre reconoció no haber llegado al título de médico, pero afirmaba que sí había terminado una Licenciatura en Genética que forma parte de la carrera. No pudo probarlo.
Pepe Mujica: «Enfrente unas monjitas tiran unos bolsones de plata y nosotros discutimos unos calzoncillos». #corrupcion #kirchnerismo
— Francisco Jueguen (@fjueguen) 9 de septiembre de 2017
Lo curioso, sobre todo mirado desde la Argentina y desde otros varios países Latinoamericanos, es que los gastos cuestionados no fueron para comprar yates ni departamentos ni autos de alta gama. Eran gastos de free shop de los aeropuertos y de farmacias durante sus viajes.
Al escándalo de la licenciatura lo siguió el escándalo de los gastos que hizo Sendic con la tarjeta corporativa de ANCAP, cuando la presidía.
Por cierto, es vergonzoso, pero en muchos países de la región, incluido el nuestro, gastos como los que terminaron provocando la renuncia del vicepresidente uruguayo, no habrían ocasionado semejante escándalo. Lo que provocó la caída de Sendic en la Argentina no habría llegado ni siquiera a ser titular en la portada de los diarios.
Más inimaginable aún es que un partido argentino forme un tribunal de conducta política para investigar a un alto dirigente partidario o alto funcionario estatal, y que sea la investigación de ese tribunal partidario lo que empuje al abismo político al líder investigado.
No es que Sendic haya sido una estrella a la que un par de pequeños errores le costaron excesivamente caros. La realidad es que ni fue un buen titular de ANCAP ni un destacado vicepresidente.
No obstante, la actuación del Frente Amplio y del gobierno de Tabaré Vázquez ante el escándalo detonado por publicaciones periodísticas, los destacan notablemente en la región, y particularmente en la Argentina, donde los partidos de gobierno tienden a cerrar filas en defensa de los funcionarios que provienen de sus filas, aunque estén acusados de desfalcos y estropicios infinitamente más graves que los que voltearon a Sendic.