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Por Juan Turello. Hace pocos días se cumplieron 25 años del estreno de la impresionante película Titanic, cuyo desarrollo incluye una escena memorable. Los pasajeros bailaban en la cubierta, mientras las partes inferiores del transatlántico iban quedando bajo el agua.
La sociedad está harta de las internas partidarias y de los ensayos del gobierno de Alberto Fernández, que elude enfocarse en los grandes problemas que golpean a la Argentina, como la inflación y la inseguridad, señala mi nota en La Voz.
La inflación descontrolada y la inseguridad, dramáticamente visible en un Estado incapaz de controlar el narcotráfico en Rosario, deberían ser prioridades en la gestión.
Pero, la dirigencia política baila en la cubierta del Titanic.
La liquidación de hacienda por una de las peores sequías y la falta de incentivos para desarrollar durante tres años un animal para el consumo, son las razones por las que el precio de la carne vuelva a preocupar en la mesa de los argentinos.
La hacienda aumentó 40% este año y 8 cortes de calidad media/alta subieron 27,3% en las últimas semanas, según un relevamiento regional de Ieral-Fundación Mediterránea.
Los precios de la carne están más bajos que en Uruguay y Chile, pero entre 10% y 12% más caros que en Brasil, líder mundial en las ventas de carne.
Donde hay un problema, Sergio Massa -un indisimulado candidato presidencial- tiene una respuesta: propuso una rebaja del 10% para los pagos con tarjeta de débito. Inviable para una inmensa mayoría: no todas las carnicerías tienen ese método de cobro.
Los padres de los alumnos alertaron sobre el monto de la matrícula y de las cuotas en los colegios privados.
Massa tiene otra solución a mano: fijó un sendero de aumentos que comenzaba con una suba de casi 17% en marzo y de 3,35% mensual para el trimestre abril-junio.
¿Quién pone la plata para compensar los mayores costos de los colegios privados? Que «la pongan las provincias».
Como el Gobierno nacional no tiene colegios primarios ni de nivel medio, la plata debe aparecer del subsidio que otorgan las provincias. Algo así como que “la pongan las provincias”.
Alberto Fernández debería liderar “la guerra contra la inflación”, como fue la promesa quijotesca de hace casi un año, el 15 de marzo de 2022.
La dialéctica presidencial deriva sobre temas varios, pero sin referencias concretas sobre la inflación, que rebaja la calidad de vida de los argentinos.
El papa Francisco lo amonestó por la suba de precios, pero el Gobierno culpó a Mauricio Macri. Alberto Fernández (des)gobierna desde hace 38 meses.
La elevada deuda en pesos, que ronda los 20 billones de pesos, es la nueva esgrima entre economistas oficialistas y opositores. De ese total, unos ocho billones corresponden a inversores privados.
La bomba económica es que, después de las Paso del 13 de agosto, esos tenedores de deuda disparen una corrida hacia el dólar, en busca de un refugio más seguro para sus ahorros.
El Presidente se sorprende porque los argentinos colmaron los lugares de veraneo, y porque “hay espera de dos horas para comer” en los restaurantes.
Más allá del nivel de ingresos que tenga cierto sector social, los pesos se gastan rápidamente para satisfacer un deseo, que está vinculado con la necesidad del disfrute ante la insatisfacción cotidiana y luego de soportar una pandemia de dos años en la Argentina.
Los espectáculos artísticos, los festivales y los estadios muestran llenos totales. El analista Guillermo Oliveto afirma que esos hechos están vinculados con la necesidad de “consumir los pesos” y tener la posibilidad de disfrutar “una experiencia”, más allá de lo que depare el futuro.
Mientras la orquesta seguía tocando y la gente bailaba, el Titanic se hundía por las graves averías en el casco, tras chocar contra un témpano.
Hay una veintena de candidatos presidenciales ya lanzados, quienes se preocupan por destrozar al adversario, antes que exponer propuestas; por caso, en cómo reducir la madre de todos los problemas: el déficit fiscal.
Salvo algunos años, la orquesta sigue tocando la misma canción desde hace 25 años.