Por Juan Turello. Por momentos, Argentina suele estar aislada del resto del mundo en...
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Por Rosa Bertino. La vida simuló detenerse durante el Mundial de Fútbol. Ahora, sigue su viejo y oxidado curso. Nadie hace números, porque por acá no se usa sacar cuentas… propias. Se calculan las ajenas, siempre y cuando sean políticamente convenientes.
Por ejemplo, Jorge Lanata no dudó en denunciar el millonario cachet de Víctor Hugo Morales y Diego Armando Maradona, pagado por la venezolana Telesur (¿o la televisión pública a través de contratos secretos?). Tanto Martín como el Diego se las sacaron de encima a Luly Salazar y Rocío Oliva. Por un buen tiempo, las seguiremos manteniendo nosotros.
Sin embargo, nadie habla del ¿despido? de Sergio Gendler, un veterano de TN Deportiva, por haber pasado más de 200 mil pesos en viáticos en menos de 10 días. O de la bronca que suscitó la costosa contratación y preeminencia de un Diego Latorre, en Torneos, en desmedro de consagrados periodistas, aunque todos estos ejemplos sean del “sector privado”.
En cuestión de plata, la Copa del Mundo fue una guasada. Nuestra clase política dio una rara muestra de moderación y respeto a las desdichas en curso. Pocos viajaron (Mauricio Macri, Sergio Massa, Daniel Filmus, entre otros). No fue la presidenta Cristina Kirchner.
En cambio, la farándula nos hartó de “selfies” y operaciones de prensa. Allí estuvo el inefable Marcelo Tinelli, con toda la prole; Susana Giménez, con Ricky Sarkany; y hasta las insufribles Xipolitakis, autoconvertidas en celebrities locales, consiguieron ser noticia mandando tuits o toreando a la AFIP.
Pero las «paracaidistas del mundial» (vedettes, botineras o aspirantes a ambas categorías) necesitaban que alguien les pagara pasaje y estadía. Como es sabido, hoy rinde más ser una ex de Maradona que la actual de cualquier as o galán. A Rocío Oliva la financió el programa de Mariana Fabbiani “para que hiciera notas”… Luciana Salazar, en cambio, no logró que Martín Redrado la llevara a la cancha. El economista prefirió viajar con sus hijos. Además de ahorrarse el gasto, logró que “Luly” se enojara y fuera ella quien terminara con la relación. Viejo truco.
Un ardid distinto, pero también conocido, aplicó Maradona con Oliva. Le dijo que la amaba y la quería ver, pero la mandó en cana. Tanto Martín como el Diego se las sacaron de encima. Por un buen tiempo, las seguiremos manteniendo nosotros.■