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Por Eugenio Gimeno Balaguer. Hoy más que nunca la función gerencial, como la política, implica la necesidad de liderazgo. La experiencia nos dice que los dirigentes llegan al liderazgo por rutas relativamente estrechas y especializadas. Pueden comenzar por cualquier disciplina y si tienen éxito, en el campo que escogieron, más tarde o más temprano llegan a un nivel de conducción.
No todos los líderes son gerentes o dirigentes políticos, pero los dirigentes de hoy necesitan adquirir una variedad de habilidades interpersonales relacionadas al uso del poder, manejo del conflicto, negociación en pequeños grupos, y otras, que hacen al perfil de un líder.
Las actividades que apelan a las experiencias en seminarios residenciales, son las más indicadas para la formación de líderes. El proceso del diseño de cada seminario «experiencial» es una actividad distinta y apasionante. Por lo general se concibe como un ciclo de cuatro o cinco fases. Cada una de ellas, es irrepetible en las interacciones y es difícil explicarlas. Es necesario vivirlas.
Los “momentos” de las actividades, la observación, la reflexión, el cambio de percepción, los silencios, la ausencia de comunicación, los vacíos, las necesidades de dependencia de formas de autoridad, el temor, la confusión, la invalidación de formas de comportamiento que estamos usando cotidianamente. Todo esto se vive y permite “descubrir” nuestras potencialidades para luego aplicarlas.
Con esta perspectiva se transfiere el protagonismo del aprendizaje al participante como ser autónomo que ayuda a definir sus propios objetivos educativos, puesto que es quien posee las necesidades, incógnitas y problemas que desea dilucidar. Liderazgo significa también enseñar a las personas a aceptar la responsabilidad por sus propias acciones.
Cuando una persona participa, luego de la experiencia, le encuentra sentido a esta afirmación. Hay cosas que las palabras no explican; tienen limitaciones.
La experiencia concreta pone de manifiesto “la cárcel” en la que estamos auto encerrados, la estructuración y la incertidumbre como barreras de presunta protección que impiden el crecimiento.
El énfasis se coloca en “ayudar a descubrir”, correr el velo dirían los griegos. Porque como decía Galileo: “al hombre no se le puede enseñar nada, sólo se le puede ayudar a descubrirlo dentro de sí”. Y esta metodología ayuda eficazmente en la formación del liderazgo que en potencia tenemos.
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