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Por Claudio Fantini. El caso de Bolivia está mostrando un paisaje dantesco entre las dirigencias de Latinoamérica. La “guerra fría” que se va imponiendo en el continente está generando dos bloques que, ante todos los acontecimientos traumáticos que se están, realizan descripciones sesgadas de los hechos para hacer que resulten funcionales a sus respectivas posiciones políticas. Jean-François Revel llamó “hemiplejía moral” al maniqueísmo de las relatos de la izquierda.
Por cierto, también hay maniqueísmo de derecha. Sobre el caso boliviano, izquierda y derecha impusieron sus respectivos relatos. Cada uno le relata a su respectiva parcialidad lo que percibe su mirada sesgada en la crisis que sacude a Bolivia y amenaza con desgarrar su mapa con una secesión territorial.
Como las parcialidades están dispuestas a creer con la fuerza de la fe el relato predominante en su bloque, se produce un “efecto manada” en dos direcciones opuestas.
Por los relatos que consume con fervor creyente, la región se vuelve hemipléjica. Los que callaron todas las gambetas que Evo Morales le hizo a los límites que la Constitución y a las urnas para su continuidad en el poder, denuncian el golpe de Estado y la avanzada sobre el poder de una dirigencia ultraconservadora y violenta.
Mientras, los que callan las maniobras golpistas y la conformación de un gobierno sin legitimidad, antes habían denunciado la maniobra fraudulenta que causó el estropicio electoral del 20 de octubre, desatando el caos del cual es responsable Evo Morales.
Quienes realizan una lectura completa y describen la totalidad de lo que ocurre, son denostados desde las dos tribunas en las que el ciudadano se vuelve barrabrava y las dirigencias actúan como parcialidades de un partido de fútbol.
¿Por qué no estalló antes? En 2016, la economía no se había estancado como en el último año y medio, sino que crecía, y Jair Bolsonaro no había asumido en Brasil.
Estallido social tras el fraude. El gobierno del MAS desató el caos al arruinar la elección. Antes de producirse las maniobras golpistas que determinaron la renuncia del presidente, hubo un estallido social contra el fraude y, desde la Central Obrera Boliviana (COB) hasta organizaciones indígenas, además de la federación de estudiantes, denunciaron la trampa electoral y reclamaron a Morales y García Linera que renuncien.
Maniobras golpistas. La descripción de lo ocurrido impone también señalar las maniobras golpistas: por el estatuto militar, los generales deben asesorar al presidente. Pero es obvio que el asesoramiento debe ser solicitado por el presidente y debe realizarse en un ámbito adecuado. Si la sugerencia no es por pedido presidencial y se realiza de manera pública, no es un asesoramiento sino un pronunciamiento.
También está a la vista que la policía dejó territorio liberado a las turbas que atacaron blancos selectivos: viviendas y familiares de funcionarios y de legisladores del MAS.
La designación truculenta de Jeanine Añez y su ingreso al palacio presidencial levantando la misma Biblia que llevó a La Paz el líder ultraconservador cruceño Luis Camacho, deja en claro la existencia que una dirigencia extremista había sacado del escenario a la oposición democrática y moderada que, hasta la fallida elección, había representado Carlos Mesa.
Si las trampas de Evo Morales para eludir los límites a sus candidaturas comenzaron en el 2016 ¿por qué no se produjo hace dos años el estallido social y por qué la derecha dura de la llamada medialuna oriental no lanzó entonces la ofensiva para adueñarse del poder?
En 2016, la economía no se había estancado como en el último año y medio, sino que crecía vigorosamente. El Además, no estaba Jair Bolsonaro en el Palacio del Planalto.
Con la economía estancada y con Bolsonaro apoyándolo, Luis Camacho sintió que es el momento de conquistar el gobierno nacional, sabiendo que, si pierde la batalla del Altiplano, puede recluirse en su bastión y azuzar el separatismo cruceño. Apuesta, en ese sentido, a que el presidente de Brasil defenderá al Estado secesionista.