Por Sebastián Turello. Los Turello, junto a otros periodistas, visitó la planta de fabricación...
Autoridades del IAE y de Banco Macro, en una ceremonia conducida por la periodista Verónica...
Junto a las señales positivas de la economía en las últimas semanas, en especial, en el mercado...
Por Juan Turello. El buen momento de la Argentina en los mercados financieros y las palabras de...
El Grupo Sancor Seguros fue nuevamente protagonista en los Premios Prestigio al lograr...
Suscribite al canal de Los Turello.
Por Claudio Fantini. La represión chavista a la actual ola de protestas ya alcanzó la cifra de checos y eslovacos muertos en el aplastamiento de la Primavera de Praga. Sin embargo, un académico de la trayectoria de Atilio Borón reclama a Nicolás Maduro que “aplaste” la rebelión. De qué se trata.
Sociólogo y politólogo de sólida formación en Harvard, este intelectual orgánico del Partido Comunista no da lugar a dudas sobre lo que está exigiendo: usar la fuerza militar y policial para restablecer el orden en la convulsionada Venezuela. Sólo le faltó usar, sin eufemismos, la palabra que describe la consecuencia inexorable de lo que reclama: masacre.
Si Maduro lanza el poder militar que le exige el académico argentino, Caracas y otras ciudades serían escenarios de brutales masacres. No puede ser de otra manera.
Si con la feroz represión utilizada hasta ahora ya son más de 70 los muertos que se suman a la estadística de víctimas fatales que acumula el chavismo desde anteriores represiones, lanzando el Ejército a “aplastar” la rebelión -como reclama Borón- las muertes se contarían de a miles.
Borón se pronuncia como si lo que ocurriera en el país caribeño fuera la sublevación de un cuartel militar.
Muchos intelectuales justificaron la invasión que aplastó a sangre y fuego en 1968 el intento checoslovaco de hacer un “socialismo con rostro humano”. Habían justificado también la invasión a Hungría y los ríos de sangre que corrieron en Budapest en 1956.
Se pronunciaban con la misma ceguera ideológica que grandes poetas -como Pablo Neruda, Rafael Alberti y Nicolás Guillén- escribieron odas al genocida Stalin.
Los argumentos de los justificadores de masacres en Europa Central no eran diferentes a los que usa hoy la izquierda para justificar la represión chavista: salvar al socialismo de las conspiraciones urdidas por la CIA y otros instrumentos del imperialismo.
Borón se pronuncia como si lo que ocurriera en el país caribeño fuera la sublevación de un cuartel militar. Pero no se trata de un puñado de militares golpistas, sino de multitudes que, con los estudiantes a la cabeza, inundan las calles para reclamar que termine el hambre y la dictadura de un inepto.
A pesar de que los regímenes salvados con masacres en Hungría y Checoslovaquia terminaron desapareciendo por inservibles y totalitarios, aún hay intelectuales que reclaman aplastar con masacres las protestas masivas.
Al régimen venezolano, Borón le reclama que haga lo que hizo el sanguinario Li Peng en 1989: enviar militares con tanques a masacrar la rebelión estudiantil en Tiananmen.