Por Juan Turello. Por momentos, Argentina suele estar aislada del resto del mundo en...
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Por Claudio Fantini. Cuando el cardenal Bergoglio se convirtió en el papa Francisco , una euforia corrió por el antikirchnerismo más duro. Imaginaron que se repetiría, a escala argentina, la historia de Karol Wojtila derribando al dictador comunista Wojciech Jaruselsky en su Polonia natal. Apostaron a que el flamante Pontífice embestiría contra el gobierno de Cristina Kirchner y pondría en jaque a los demás líderes populistas de la región, empezando por su máxima expresión: el chavismo.
Esa euforia se basaba en la abierta y visible enemistad que el matrimonio Kirchner le había profesado al ahora ex cardenal. No asistían al Tedeum en la catedral de Buenos Aires para no tener que soportar sus sermones y Néstor lo llamaba ❝el jefe de la oposición❞.
La realidad comenzó pronto a demostrar que estaban equivocados. En rigor, no sólo el núcleo duro del antikirchnerismo se equivocó con el Papa argentino. La propia Presidenta dejó a la vista su irritación en la primera referencia que hizo a la proclamación de Francisco.
Lo que no esperaban … es que el papa Francisco terminaría protegiendo al debilitado Gobierno argentino y pidiendo a sus visitantes opositores que ❝ayuden a Cristina a terminar bien su mandato❞.
Y algo más: de las usinas kirchneristas abrieron fuego contra el nuevo Pontífice acusándolo, nada menos, que de complicidad con crímenes de lesa humanidad de la dictadura.
Cristina no tardó en darse cuenta del carácter políticamente suicida de su delirante ofensiva contra el Papa. Y el abrupto giro copernicano la llevó de atacar ferozmente a Bergoglio a colgarse de la sotana de Francisco.
Lo que no esperaban quienes veían en el nuevo Pontífice una reedición latinoamericana de Juan Pablo II es que terminaría protegiendo al debilitado Gobierno argentino y pidiendo a sus visitantes opositores que ❝ayuden a Cristina a terminar bien su mandato❞.
Y jamás habrá imaginado Cristina que terminaría viajando al Vaticano para encontrar en Jorge Bergoglio ayudas para sus tribulaciones en la faz interna y en la externa.
¿En qué se equivocó el kirchnerismo y en qué se equivocaron tantos opositores que esperaban un verdugo y no una tabla de salvación de Cristina? El kirchnerismo nunca entendió la realidad interna de la Iglesia. Por eso consideró que, si era un conservador, era también un neoliberal o algo por el estilo. Y Bergoglio era conservador en cuestiones teológicas y litúrgicas, pero en las cuestiones del mundo, como fiel seguidor de la Doctrina Social de la Iglesia, ha estado cerca del peronismo y siempre enfrentado al capitalismo liberal.
Lo que el Papa critica del populismo no es su doctrina económica (aunque tampoco la abrace con fervor), sino su vocación por construir poder dividiendo la sociedad en dos partes que se repelen y excluyen mutuamente.
Seguramente, el Papa entiende que el populismo divide también a los católicos latinoamericanos, ya que uno de los rasgos de los líderes populistas es que son fuertemente católicos, en particular Hugo Chávez y Rafael Correa, y también Cristina. Francisco se mantiene al margen de sucesos como los que están sacudiendo a Venezuela.
En cuanto a la Argentina, daría la impresión que percibe un definitivo fin de ciclo kirchnerista y teme que pueda ser un período turbulento.
Por eso es posible que, en la intimidad de su almuerzo con Cristina, el Papa que le pide a los visitantes opositores que ayuden a la Presidenta a terminar bien su mandato, le haya pedido a ella que haga todo lo posible por cerrar la grieta que el kirchnerismo abrió entre argentinos y que detenga el aparato de propaganda que estigmatiza como “enemigos” a críticos y adversarios.●