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Por Claudio Fantini. Rusia tiene razones antiguas y actuales para haber tomado la drástica y desmesurada decisión de ocupar la península de Crimea, creando un casus belli con Ucrania y reviviendo las tensiones de la Guerra Fría.
Su historia está ligada a la de Ucrania, al punto de que su propio nombre se originó allí. La palabra Rusia deriva de Rus, nombre de la primera federación de pueblos eslavos que surgió en la actual Ucrania. Aquel proto-estado duró desde el siglo 9 hasta el 13, siendo la razón que llevó al zar Alexis I (padre de Pedro el Grande) a unir los ejércitos rusos con los cosacos para resistir contra la invasión polaca en Ucrania.
También en la historia de Crimea están las huellas rusas. A esa tierra de tártaros, que fue un kanato ligado a los imperios turcos, la ocupó y «rusificó» Catalina la Grande en el siglo 18. Rusia perdió miles de soldados en la Guerra de Crimea, conflicto de mediados del siglo 19, que la enfrentó con la entente que componían Francia, Gran Bretaña, Turquía y el Reino del Piamonte.
Ese territorio de las dimensiones de Bélgica, tiene un altísimo valor estratégico porque domina el Mar Negro y también porque el estrecho de Kerch, que lo separa de Rusia, es la puerta de ingreso al Mar de Azov.
Por eso Rusia nunca perdonó a Nikita Kruschev haber cedido Crimea a Ucrania en 1954. De todos modos, por entonces no importaba tanto que la península quedara bajo soberanía ucraniana, ya que existía la Unión Soviética y en ella mandaba Moscú, por ende la Ucrania soviética estaba bajo dominio ruso.
El problema vino al disolverse la URSS, porque los ucranianos se convirtieron en Estado independiente, con Crimea dentro de su territorio. Desde entonces se incrementaron las pujas entre Kiev y Moscú por esa península donde se encuentra la poderosa flota rusa del Mar Negro.
La razón más inmediata de Vladimir Putin es que el presidente pro-ruso Viktor Yanukovich fue derrocado a pesar de haber acordado con la dirigencia opositora, cediendo a todas las demandas que ésta le hacía.
Por caso, ya había renunciado el primer ministro pro-ruso Nikolai Azarov. Todo estaba listo para conformar el “gobierno de unidad nacional”, que se haría cargo de conducir el país hasta las elecciones presidenciales adelantadas que exigían los opositores. Sin embargo, la dirigencia pro-europea, encabezada por Vitaly Klitschko, que acababa de firmar ese acuerdo, a renglón seguido destituyó a Yanukovich y formó un nuevo gobierno.
Fue un estropicio institucional la destitución del presidente de Ucrania, pero no justifica que Vladimir Putin haya generado una situación de guerra, al ocupar militarmente Crimea. Su mensaje es claro y truculento: acuérdense de Georgia.
Nadie frenó a Putin cuando le quitó territorio a Georgia en aquel conflicto armado de 2008, por eso el jefe del Kremlin habrá confiado que tampoco ahora las potencias de Occidente pasarían de las condenas retóricas. Sin embargo, la amenaza de quedar fuera del Grupo de los 8 y otros foros de estratégica importancia global, le plantea a Vladimir Putin un desafío difícil: lograr quedarse con Crimea o mantener a Ucrania bajo su influencia, sin que Rusia quede internacionalmente aislada.■