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Por Claudio Fantini. Las multitudes colman las avenidas centrales de Hong Kong. La represión dejó decenas de heridos y detenidos, pero los gases lacrimógeno y de pimienta no disuadieron las protestas contra el límite fijado por el Partido Comunista a los comicios del 2017.
En 2017, tenían que ser elecciones libres. A eso se comprometió China ante los habitantes de Hong Kong y el mundo. Pero el régimen que encabeza Xi Jinping finalmente anunció que sólo habrá 2 ó 3 candidatos, previamente aprobados por un comité especial designado por el poder central.
La indignación se transformó en protestas con los jóvenes a la cabeza. El fantasma de Tiananmen está recorriendo China.
La exigencia de fondo en las protestas es que en 2017 se cumpla la promesa de Den Xiaoping: un país, dos sistemas.
Tras 150 años como colonia británica, Hong Kong quedó bajo soberanía china en 1997. Se cumplieron de ese modo una serie de acuerdos: la Convención de 1898, que había establecido el traspaso de la soberanía 99 años más tarde, y el convenio de 1984, en el cual Margaret Thatcher se comprometió ante Deng Xiaoping al traspaso 13 años después.
China, a su vez, se comprometió a mantener el sistema económico y político, pero ha cumplido sólo la mitad. La economía continuó siendo abierta y liberal, también se mantuvieron las libertades públicas e individuales, pero el derecho a votar en elecciones libres y plurales sigue siendo una deuda.
El año 2017 era la fecha para el cumplimiento que faltaba, pero el anuncio de los límites que tendrán los comicios detonó la protesta juvenil.
“Un país, dos sistemas”, no sólo había sido una promesa de Deng Xiaoping a Gran Bretaña y a Hong Kong. También era la fórmula del viejo líder reformista para empezar a introducir el capitalismo en el cerrado sistema colectivista de planificación centralizada que habían erigido Mao Tse-tung y Chou En-lai tras derrotar al Kuomintang de Chian Kai-shek en la guerra civil.
La realidad es que la zona de libre mercado se amplió desde la ex colonia británica a la populosa Shanghai, y luego siguió creciendo. En la China continental se multiplicaron las fortunas y muchos multimillonarios se radicaron en Hong Kong.
Numerosos nativos sintieron que perdían en la competencia con los nuevos ricos que llegaron en aluvión. Por eso no es sólo el incumplimiento del compromiso de elecciones libres, aunque ese dato no es menor.
Sucede que lo que el Partido Comunista parece haber decidido para el enclave financiero, es lo mismo que ha elegido como rasgo nacional: economía capitalista, con un Estado dirigista y un régimen autoritario de partido único. El mismo que en 1949 venció al Kuomintang de Chiang Kai-shek.