Por Juan Turello. Por momentos, Argentina suele estar aislada del resto del mundo en...
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Por Claudio Fantini. Juntos por el Cambio mostró su lado gris. No hubo una respuesta contundente a Elisa Carrió, quien señaló a dirigentes de su alianza con propensión a los negociados turbios con el massismo. Tampoco tuvo reflejos frente a la ofensiva K contra los magistrados que están juzgando a Cristina Kirchner, quien había recusado al fiscal y a dos de los jueces. Las recusaciones fueron rechazadas in limine (sin discusión por no ajustarse a Derecho). Repasemos.
Los opositores respondieron defendiendo el derecho de los magistrados a jugar al fútbol y de Macri a organizar campeonatos en una de sus propiedades.
Lo que no mencionaron es que Justicia Legítima, la agrupación que nuclea a fiscales, jueces, camaristas y demás miembros de la Justicia, se identifican abiertamente con el kirchnerismo.
Las voces de Juntos por el Cambio que defendieron a Macri y a los magistrados que llevan la causa Vialidad debieron mostrar los vínculos de CFK con Justicia Legítima.
Lo que debieron decir los dirigentes de Juntos por el Cambio era lo obvio: con qué autoridad moral la dirigencia kirchnerista lanzó las críticas a la por lo menos gris relación entre magistrados y Macri.
Los militantes kirchneristas, su brazo mediático y la vicepresidenta son respaldados por el accionar de una agrupación judicial que incluye a altos magistrados y que profesa una adhesión ferviente al liderazgo de la Cristina Kirchner.
Un rasgo del kirchnerismo es denunciar a otros con acciones y actitudes que lo caracterizan, por caso, en los ataques a los vínculos de Carlos Rosenkrantz con Macri.
Lo curioso, o revelador, es que describen esta vinculación como intrínsecamente oscura, lo que no está mal, porque no deben existir nexos ni adhesiones entre jueces supremos y gobernantes.
Pero, entre el 2003 y el 2014, ocupó un asiento de la Corte un jurista con méritos académicos, pero de abierta y exultante adhesión al kirchnerismo: Eugenio Raúl Zaffaroni.
En lugar de hacer eso, muchas voces de Juntos por el Cambio se enredaron en explicar que jugar al fútbol no prueba el vínculo que justifica una recusación, aunque tampoco sirve para descartar que ese vínculo exista o haya existido.