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Por Juan Turello. “Me quiero ir”, dijo Hernán Lorenzino al no poder explicar la inflación, y la frase se convirtió rápidamente en un éxito en las redes sociales (en Twitter: #Mequieroir) y hasta en la música popular. ¿Qué hay detrás del papelón del ministro de Economía?, es la pregunta que formulo en mi comentario de la edición dominical de La Voz del Interior.
Dólar
La alerta más visible es el dólar blue , que cerró a 9,35 pesos. La brecha con el oficial (5,19) es del 80%, una de las más altas de los últimos 50 años, con todos los riesgos que ello implica. Esa cotización y la de la operación con bonos y acciones –conocida como “contado con liqui” (sacar dinero del país)– revelan la falta de confianza en el peso y la expectativa de devaluación. La gente espera una inflación de 30% para los próximos 12 meses, según la encuesta de la Universidad Torcuato Di Tella.
Empleo
Las luces amarillas están prendidas desde hace varios meses. La consultora Poliarquía (@Poliarquia_) mostró que 53% de los argentinos teme perder el empleo o que esto le suceda a algún miembro de su familia. Daniela Cristina, del Iaraf, explica que “el empleo crece levemente en el sector privado formal, aunque con mayor intensidad en el sector público”. En marzo, el índice de demanda laboral del Consejo Profesional de Ciencias Económicas de Córdoba (@CPCECordoba) cayó 41% en relación a un año atrás, con mayor incidencia en los puestos calificados.
Actividad
Eduardo Fernández, de Apyme, entidad que apoya el programa económico, admite que la actividad se estancó y que las pequeñas y medianas empresas necesitan con urgencia un auxilio en materia impositiva y crediticia.
El Foro Productivo de la Zona Norte (FPZN) de Córdoba advierte que 8 de cada 10 de sus 160 miembros (en su mayoría Pyme) tendría “dificultades financieras” para afrontar en un solo pago un aumento salarial de entre 25 y 30%.Respiran, en cambio, si ese monto se puede abonar en forma escalonada. Los “despidos hormiga” (caída de contratos y la cesantía de pequeñas cantidades de empleados) han pasado a ser moneda corriente.
“La actividad se desaceleró, la presión impositiva subió del 21 al 38% hay una caída de la rentabilidad”, plantea el vicepresidente del FPZN, Roberto Barbieri. “Las empresas metalúrgicas están ahogadas por las terminales automotrices, que si bien libran órdenes de compra, fijan precios muy por debajo de los costos de las empresas”, completa.
Cristiano Rattazzi, titular de Adefa (fábricas de automóviles) y de Fiat Argentina, dijo en Córdoba que la economía tiene “un grave problema de competitividad”. Advirtió que a fines de año sería el último plazo para corregir la suba de costos que puede dejar a este sector fuera de carrera como principal proveedor de Brasil. El temor es que México y Corea reemplacen los vehículos argentinos.
¿Qué va hacer el Gobierno?
La estrategia del Gobierno parece ser estirar la necesidad de ajuste de la economía hasta después de las elecciones (27 de octubre), a través de pequeñas correcciones o medidas de muy corto plazo (congelamiento de precios, la “Supercard”, “ropa para todos”, etcétera).
El “me quiero ir” de Hernán Lorenzino tiró por tierra las expectativas favorables que puede generar un ministro con sus palabras y decisiones. La sensación es que los asuntos económicos no tienen un conductor, todo depende del poder y del carisma de Cristina Kirchner, aún con fuerte ascendencia sobre los sectores populares y universitarios. La marcha del #18A mostró que la clase media le dio la espalda.
¿Seguirá el Gobierno con los parches para combatir la inflación? Señores, ¡la pregunta del millón!