Por Juan Turello. Por momentos, Argentina suele estar aislada del resto del mundo en...
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Por Claudio Fantini. Diego Maradona bailó en el acto de cierre de campaña, como un grotesco bufón de Nicolás Maduro. No había viajado para estar en el casamiento de su hija, porque el jeque árabe que le paga para que dirija su equipo le pidió que se quedara; pero si viajó a Venezuela para cumplir con el dictador que fundió un país que flota en petróleo y se mantiene en el poder mediante una represión, que acumula muertos y presos políticos.
También viajaron a Venezuela para apoyar a Maduro, los kirchneristas Carlos Tomada, ex ministro de Trabajo, y Victoria Montenegro, además del radical K Leandro Santoro, vinculado a Leopoldo Moreau. Mientras, desde Buenos Aires y a través de las redes sociales, Andrés “Cuervo” Larroque respaldó con fervor al presidente y candidato del régimen.
El kirchnerismo mostró su increíble fascinación por Maduro, a pesar de la diáspora de dimensiones bíblicas que está inundando a toda la región, incluida la Argentina.
Igual que el también kirchnerista Diego Maradona, el jefe de La Cámpora y camaradas notables de su espacio político actuaron como si el proceso electoral hubiese sido creíble.
Hugo Chávez era un líder de ideología autoritaria, pero sus elecciones eran reales porque no necesitaba el fraude para triunfar en las urnas. Lo apoyaba la mayoría de los venezolanos. Pero Nicolás Maduro perdió rápidamente ese apoyo mayoritario.
La última elección realmente democrática que hubo en Venezuela fue la Legislativa de 2015. Precisamente porque fue plural y no hubo fraude, la oposición obtuvo una victoria abrumadora. Pero a renglón seguido, el régimen practicó una suerte de vasectomía institucional que volvió infértil a la Asamblea Nacional, convirtiéndola en un poder legislativo, que no puede legislar.
Como necesitaba un órgano que hiciera leyes para, entre otras cosas, obtener créditos, el régimen convocó a una Asamblea Constituyente, que cumpliría la función legislativa. Pero la elección no fue plural, porque sólo podían postularse miembros de organizaciones sociales chavistas. Aún cuando no competía contra nadie, el régimen hizo fraude.
Smarmatic, la empresa que desde los tiempos de Chávez realizaba el conteo de los votos, denunció que el escrutinio tuvo más de un millón de votos ficticios.
A pesar de la denuncia de fraude planteada nada menos que por la empresa que contaba los votos, no hubo cambio alguno en el ente que perpetró el fraude: el Consejo Nacional Electoral. Precisamente, el mismo ente, con las mismas autoridades, que estuvo a cargo de estos comicios. Ello impedía confiar en que se respetaría el resultado en el caso de que ganara un candidato opositor.
A la falta absoluta de transparencia del CNE, se suma otra lista de realidades fraudulentas. La elección debía realizarse en diciembre, pero fue adelantada sorpresivamente, sin razones válidas. Sobran razones para sospechar que el poder encabezado por Maduro supo desde un principio que la votación se haría en mayo, y no en diciembre como se anunciaba. El oficialismo se preparaba para mayo, mientras la oposición debatía si presentarse o no pensando en diciembre.
¿Qué legitimidad pueden tener los comicios donde los principales exponentes y la principal fuerza de la oposición no pueden competir?
Las posibles explicaciones también son dos para el caso de Maradona y de los dirigentes kirchneristas que siguen apoyando al régimen de Maduro a pesar de las víctimas de su represión, del quebranto económico, la calamidad social y la diáspora.
Una, la adicción ideológica de quienes quieren creer la versión “madurista” de la realidad, a pesar de tanta evidencia en contra. La otra hipótesis pasa por una posible financiación oculta.
En definitiva, el Estado venezolano está quebrado, pero el régimen es muy rico. Y si en el pasado hubo valijas de Antonini Wilson, en el presente está Maduro diciendo públicamente que los empleados públicos y los que reciben bolsones de comida a menor precio deben votar con su “carnet de la Patria” y presentarlo luego en un “Punto Rojo”, pare recibir una bonificación.
Dos días antes de la teatralización electoral, el presidente de Colombia denunció que se habían detectado miles de casos de colombianos que recibieron ofertas de dinero para ir a Venezuela a votar con documentación falsa.
Quizá haya otras, pero está claro que la ceguera ideológica y la financiación oculta parecen explicaciones lógicas de los entusiastas apoyos argentinos a Maduro.