Por Juan Turello. Por momentos, Argentina suele estar aislada del resto del mundo en...
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Por Claudio Fantini. La atención de argentinos y uruguayos estaba puesta en el Mundial, cuando se produjo un nuevo pico de tensión bilateral, tras la autorización de José «Pepe» Mujica a la pastera UPM (ex Botnia) para incrementar su producción. Cristina Kirchner lo tomó como una afrenta.
Ambos gobiernos merodearon una ruptura. El Gobierno argentino amenazó con llevar el caso a la Corte de La Haya; Montevideo respondió diciendo que no lo impediría porque Uruguay tiene la total certeza de que ese tribunal se pronunciará nuevamente a su favor.
❝Si hay que pedir disculpas, Mujica pide disculpas. En sus palabras y gestos oficiales siempre hay diplomática suavidad. La firmeza está en los actos❞, Claudio Fantini.
El canciller argentino, Héctor Timerman, volvió a usar el tono sobrador y prepotente que lo caracteriza. El diputado del Frente Amplio Víctor Semproni replicó calificándolo de ❝esquizofrénico❞. Entonces apareció el presidente uruguayo retando a su legislador: ❝linda bobada se mandó❞, lo reprendió y añadió que cuando vea a Timerman le pedirá disculpas personalmente. ❝Si hay que pedir disculpas, Mujica pide disculpas. En sus palabras y gestos oficiales siempre hay diplomática suavidad. La firmeza está en los actos❞.
Ésa es la lección de Mujica que el Gobierno argentino debiera aprender. Cuando dijo: ❝La vieja es peor que el tuerto❞ estaba hablando en privado. Fue un incidente accidental, porque oficialmente Mujica ha sido siempre respetuoso y conciliador. Igual que su antecesor, Tabaré Vázquez.
Tabaré no dijo ninguna palaba que agraviara al entonces presidente Néstor Kirchner, pero defendió férreamente la radicación de Botnia en Fray Bentos. Mujica nunca deja de ser oficialmente amigable, pero no cede ni medio milímetro ante las presiones argentinas para que cese la elaboración en la pastera. Por el contrario, ya autorizó fuertes incrementos de la producción de esa planta papelera, y resistió en dos oportunidades las embestidas de Buenos Aires.
El kirchnerismo hace exactamente lo contrario. ❝No tengan en cuenta lo que digo, sino lo que hago❞, decía Néstor Kirchner a los empresarios. Lo mismo pretende del mundo Cristina. Respecto a la deuda externa y los fondos buitre, fue el gobierno más pagador de la historia y tiene la porción mayor de razón en la puja con el juez Griesa, cuyo fallo, avalado por la Corte Suprema de Estados Unidos, da por tierra con la lógica elemental del concurso preventivo, instrumento clave para lograr acuerdos entre deudores y acreedores.
❝Anteponer la excitación de la tribuna propia a los intereses del país delicadamente expuestos en tableros complejísimos, es altamente reprochable❞, Claudio Fantini.
Si Griesa se hubiera fijado sólo en lo que Cristina hizo, habría tenido menos motivos para fallar como falló; pero en la Justicia norteamericana lo que se dice públicamente vale como prueba. No es que Cristina sea culpable del revés judicial que sufrió el país. Se trata de un estropicio que causa un megadaño internacional, afectando incluso intereses globales norteamericanos. Pero eso de anteponer la excitación de la tribuna propia a los intereses del país delicadamente expuestos en tableros complejísimos, es altamente reprochable. Lo que Cristina dijo no provocó el estropicio, pero no ayudó a evitarlo. Por el contrario, colaboró para que todo empeorara.
Por eso debiera hacer como el presidente uruguayo «Pepe» Mujica, que sabe pararse firme en la defensa del interés nacional, soportando las presiones externas; pero cuando habla, no lo hace para excitar a su militancia, sino con el cuidado que requiere -no exponer por vanidad propia- los intereses del país.■