Muy enojada, y por momentos con un fuerte tono de voz, Cristina Kirchner lanzó a los militantes a controlar los precios de supermercados, hipermercados y librerías, en un intento por moderar los efectos de la inflación, que se disparó tras la devaluación del peso.
En cadena nacional y luego en dos ocasiones ante los jóvenes de La Cámpora, la Presidenta insistió en cuestionar la actitud de empresarios (e incluso de los trabajadores que compran dólares) y les pidió a los militantes: «Hay que bancar a la gente para que no la saqueen». Sus palabras mostraron un descreimiento en las políticas que deben aplicarse para contrarrestar los efectos inflacionarios.
Hizo también dos anuncios:
#AHORA #TV En 43 minutos de #CadenaNacional de @CFKArgentina cambiaron de canal sumando aire y cable donde se emitía 1.874.000 personas
— Infomedia Argentina (@InfoMedia24hrs) febrero 4, 2014
@CFKArgentina otro balance de gestión, usa permanentemente el verbo «aumentamos» (con énfasis, casi a los gritos)
— Juan Turello (@JuanTurello) febrero 4, 2014
Las críticas no sólo alcanzaron a los empresarios, a quienes les insistió que deben invertir como un modo de compensar las ganancias que tuvieron durante su gestión, sino también -y de manera sorpresiva- a los gremialistas.
El titular de la CGT oficialista, Antonio Caló, no reaccionó ni aplaudió los ataques de Cristina Kirchner contra los sindicalistas, que -dijo- sólo se preocupan por el aumento de los salarios. «Antonio, no creo que el salario no alcance para comer», le enrostró. «Un trabajador debe cuidar su empleo, su salario y su bolsillo», agregó.
El discurso puso de manifiesto que el equipo de Kicillof no cree en las políticas económicas que indican que ante la inflación, el Estado debe mantener superávit fiscal para evitar la emisión de dinero (llegó a $ 94.000 millones en 2013), que se traslada a precios por una mayor demanda, la cual no puede ser atendida por la producción.