Por Maximiliano Salve (Economista del IIE de la Bolsa de Comercio de Córdoba). En marzo, cuando se confirmaron los datos de crecimiento de sólo 2,7% en 2011, la presidenta Dilma Rousseff adelantó lo que sería la política económica brasileña para los próximos meses: “Nosso problema é juros, câmbio e inflação»…
… (“nuestro problema es la tasa de interés, el tipo de cambio y la inflación”). Sobre estos temas Brasil avanzó en forma significativa en los últimos meses.
A comienzos de 2012, la tasa SELIC era del 11%. En sucesivas reuniones del Comité del Política Monetaria, fue reducida hasta el 7,5% actual. Por una política deliberada del Banco Central de Brasil, el real se depreció casi 20% en tan sólo tres meses,y desde junio se mantiene relativamente estable en una banda de entre 2 y 2,05 por dólar (el viernes 28/09 cerró a 2,03). El nivel general de precios se encuentra bajo control, en el orden del 5,2% anual.
Pero aun aumentando el tipo de cambio, bajando las tasas de interés y controlando la inflación, la economía de nuestro principal socio comercial se expandió sólo 0,6% en el primer semestre. Por este motivo, el gobierno decidió avanzar en un frente más amplio: la competitividad.
Así, la administración de Dilma anunció la concesión de 7.500 kilómetros de rutas, 10.000 de trenes y 3 nuevos puertos con inversiones estimadas en 80 mil millones de reales en 5 años; la reducción de la tarifa eléctrica a partir de 2013 desde 16% (residencial) hasta 28% (industrial), y la continuidad de la eliminación de las contribuciones patronales en sectores de mano de obra intensivos.
A partir de junio último parecería haberse iniciado un cambio de tendencia en la economía brasileña, de una etapa de amesetamiento a una de leve expansión.
Analistas privados y del sector público proyectan una aceleración del crecimiento en los últimos meses del año, cuando la economía brasileña esté evolucionando en torno al 4% interanual.