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Por Héctor Cometto (Periodista deportivo, comentarista en los ciclos informativo de Teleocho Córdoba). Impactan y entonces motivan. Tras la impotencia ante la superioridad demostrada por los All Blacks ante Los Pumas, sólo queda la admiración.
Los fantásticos neozelandeses…
… intimidaron con su juego de feroz superioridad, y se proclamaron campeones del Championship, este mundial anual que favorece el ascenso del hoy programado rugby argentino, aunque lejos de esa cumbre en la que se danza el haka.
Fue como Argentina ante Estados Unidos en el último juego olímpico en básquetbol. Luego del gran golpe de Indianápolis hace ya 10 años, con el registro de «Manu» Ginóbili y Luis Scola, esta vez en Estados Unidos no se descuidaron en ningún momento al armar la participación para Londres, y fueron el Everest.
En fútbol, esa sensación de máximo-mínimo nos la marcó Holanda en el Mundial ’74. Fue devastador ver la diferencia entre el equipo más revolucionario que se tenga memoria, al punto que fue el origen del actual Barcelona (su técnico Rinus Mitchel y su jugador insignia, Johan Cruyff, marcaron el comienzo del estilo culé); y al frente una improvisada argentina, que después cambiaría su planificación para siempre.
También aquel España- Argentina de Copa Davis en 2008, cuando no le pudimos ganar sin Rafael Nadal al equipo español que en noviembre irá por su sexto trofeo, el mismo que nosotros nunca ganamos. En este caso también resalta su imponente juego de conjunto; siempre fueron un equipo, algo (ser equipo) que parece imposible para nosotros.
León Najnudel, gran técnico de básquet, creador de la Liga Nacional, comentaba sobre el valor que en la NBA se le da a la capacidad de intimidación de un deportista o de un equipo. Se intimida no solamente por el rigor físico a imponer, sino también por la destreza, la capacidad de rebeldía deportiva o por los títulos obtenidos.
Todos los grandes intimidaron. Impactaron y motivaron en un principio a quienes tenían enfrente para dar lo máximo. Ante la superioridad inaccesible, inalcanzable. Y si alguien reúne rigor físico, destreza, rebeldía deportiva y títulos, es una deidad en sus aposentos. Allí donde hace rato sientan sus reales los neozelandeses.
Gustavo
Publicado: 01/10/2012Ingresá aquí tu comentario
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Publicado: 01/10/2012Mi sincero reconocimiento y admiración por esta "Naranja Mecánica" del Rugby como lo es el equipo neozelandés, una verdadera máquina. Me causó una desagradable impresión los silbidos que se producieron cuando el equipo de negro brindó para toda la audiencia el ritual maorí (El Haka), nos comportamos como verdaderos sudacas.