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Por Héctor Cometto. Los resultados complican al fútbol de Córdoba, como siempre y como nunca. El aprovechamiento político de la falta de éxitos es clave para instalarse en el escenario del poder. Mientras se gane, el que manda es intocable. Cuando pierde queda solo y apuntado. Revisemos.
■ Belgrano: está en racha adversa, y se empieza a hablar de ciclo cumplido (de Ricardo Zielinski). Y al demostrar la cautela auténtica y original del mandato Armando Pérez en la refacción necesaria de su estadio, ya es otro el clima de análisis, fermentando la demagogia opositora.
Antecedentes: La construcción de un estadio casi lapida a Independiente durante la gestión de Comparada, pese a los euros que llegaron por la venta de Sergio Agüero. El caudillo radical Horacio Usandizaga, entonces presidente de Rosario Central, le dijo a Miguel Russo que privilegiarían su estadio (también denominado “el Gigante”) a los refuerzos del equipo. El DT le dijo que todo bien, pero aún con un gran estadio no es bueno irse al descenso. Y se cumplió.
Belgrano tiene que asegurar 10 años en primera y su salud financiera, todo lo demás vendrá sólo.
■ Talleres: los números negativos en cancha empeoran el perfil del Fondo, gran responsable de esa salud financiera que es hoy esencial. Si no hubieran caído de nuevo, con 10 ascensos a Primera hoy sería Nucetelli. Eso sí: Amadeo no habría cometido tantas inocencias competitivas.
■ Instituto: tienen que aparecer espaldas económicas como las antes mencionadas. Sin un Pérez o un Roggio no se sale del descalabro. Y los buenos resultados serán solo calmantes que mejoran, pero que no curan. Anoche tuvo otra pobre actuación ante Guaraní Antonio Franco, en Alta Córdoba, donde empató 1 a 1.