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“El caso Nisman tapa los serios problemas económicos que tenemos”. La frase pertenece a un catedrático cordobés, comienza señalando mi nota dominical en La Voz del Interior. Y como una muestra de que los problemas estaban ahí aparecieron las restricciones con el dólar el Banco Central.
Esto sucedió para las importaciones, la compra de divisas por particulares (“dólar ahorro”) y gastos de turismo. Las reservas quedaron el viernes en 31.277 millones. Para analistas financieros el número es bastante menor al restar los 2.700 millones que liberó China por el swap, que el Banco Central computa como reservas, pero que el expresidente Martín Redrado considera “contabilidad creativa” por tratarse de deuda que el país asiático compensará con la compra de productos primarios.
Además, se adeudan 2.500 millones por autopartes y vehículos importados y otra cifra similar aún no cancelada por insumos y bienes que ya ingresaron. Por ahora, sólo se autorizan pagos de las empresas que ingresan una cantidad similar de dólares por exportaciones. Este esquema va a resentir aún más la actividad, que cayó 2,6% en 2014 (Orlando Ferreres).
La realidad es más preocupante de la “pax cambiaria” que se proclama como un triunfo. Desde su asunción, Alejandro Vanoli, titular del Central, usó el dólar como “ancla” para la estabilidad de precios. Desde el 1° de octubre último, pasó de 8,47 a 8,68 pesos, una suba de apenas 2,48%. Simultáneamente, los controles financieros y de la AFIP lograron bajar el blue de 15,60 a 13,20 (una caída de 15,4%). Este mes las compras se redujeron por la falta de pesos: particulares y empresas están abocados en pagar deudas.
Vanoli prometió liberar dólares en la medida que esta semana ingresen 500 millones tomados por YPF y algo más de 250 millones, como anticipo chino para las represas en el sur.
Cristina Kirchner proclamó que los acuerdos dan pie a una “alianza estratégica integral” con China, luego de que la Argentina pasara de enamoramientos similares con Inglaterra (Pacto Roca-Runciman) y Estados Unidos (“relaciones carnales”).
Los convenios tendrán efectos negativos sobre la producción, como ya alertó la Unión Industrial Argentina (UIA), por adjudicaciones de obras en forma directa –que darían pie a posibles actos de corrupción (¿por qué se favorece a una empresa y no a otra?)- y el ingreso de mano de obra, como sucedió para armar los trenes para el área metropolitana. Los metalúrgicos cordobeses tienen bajo análisis el acuerdo marco y la veintena de convenios refrendados en Beijing. Por contrapartida, hay empresas agropecuarias favorecidas: Facyt (Laguna Larga) firmó con una contraparte china la instalación de una fábrica para el desarrollo de productos para el campo.
El consumo sigue acotado: en enero se movilizaron sólo los rubros vinculados con las vacaciones. La venta de autos cayó casi 40 por ciento, lo que podría retrotraer al sector a una década atrás. Las exportaciones se redujeron 61% (12 mil vehículos menos que hace un año). La agroindustria se queja del “dólar planchado”, que achicó sus ventas al exterior.
Los problemas de la economía están ahí, más allá del escándalo por la muerte de Nisman. Y echaron por tierra la optimista frase de Axel Kicillof en Beijing: “El yuan ya es una moneda de reserva”. No, al menos, en la Argentina.