Los funcionarios que rodean a Ramón Javier Mestre en la Municipalidad de Córdoba saben que les quedan apenas 45 días para lavarle la cara a la ciudad para cuando se festeje el primer año de gestión del actual intendente.
«Todas las fichas…
… las ponemos en ustedes para que tengamos las calles y los semáforos arreglados para el 10 de diciembre», le dijo días atrás un encumbrado miembro del equipo de Mestre (en Twitter: @ramonjmestre) a los responsables de tapar los cientos de baches y pozos que se profundizaron con las últimas lluvias. En cuanto a la red de semáforos, el municipio prometió renovar miles de las actuales luces por lámparas LED, pero el principal problema es la sincronización en las grandes avenidas.
Hasta ahora, el intendente sostuvo que se había concentrado en «ordenar» el desquicio que dejaron sus antecesores, el senador nacional Luis Juez (Frente Cívico) y el diputado nacional Daniel Giacomino (Frente para la Victoria). Para los vecinos, la propaganda es comprensible, pero insuficiente.
Aunque las encuestas muestren una opinión dividida al cabo de un año de gestión, Mestre sabe que sus cartas se juegan con las licitaciones en 2013 de los servicios del transporte urbano de pasajeros y de recolección de residuos. En este caso, la ciudad sería dividida en tres zonas -norte, sur y macrocentro- (este tema aún no está resuelto); se instalarán contenedores en los barrios de Córdoba y se reduciría la frecuencia de recolección domiciliaria de las seis actuales, lo que implicará un cambio cultural para los vecinos.
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