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Por Eugenio Gimeno Balaguer. La vida sin emociones no tiene sentido. La “sal de la existencia” está en el amor, la belleza, la justicia, la verdad, la dignidad, el honor y sus gratificaciones. Estos sentimientos y las emociones que los acompañan, son como brújulas que guían cada paso. Privados de las emociones, perdemos nuestras referencias más básicas y somos incapaces de elegir en función de lo que nos importa de verdad.
Por otro lado, las emociones por sí, no convierten la vida en algo ideal. Deben ser reguladas mediante el análisis racional, mediante el cerebro cognitivo, pues toda decisión tomada “en caliente” puede poner en peligro el complejo equilibrio de nuestras relaciones con los demás.
El cerebro emocional controla todo lo que rige el bienestar psicológico y afecta a gran parte de la fisiología del cuerpo: el funcionamiento del corazón, la tensión arterial, las hormonas, el sistema digestivo e, incluso, el inmunológico. Los desórdenes emocionales son consecuencia de disfunciones de este cerebro emocional.
❝El término que mejor define el equilibrio entre la emoción y la razón es el de inteligencia emocional❞.
El término que mejor define este equilibrio entre la emoción y la razón es el de “inteligencia emocional”.
A principios del siglo 20, el psicólogo francés Alfred Bidet inventó la idea de “coeficiente intelectual” (CI). Con el correr del tiempo se determinó que la relación entre el CI y el “éxito” de un individuo en un sentido amplio (posición social, salario, casado o no, de tener hijos o no, etcétera) es lejana.
Existen otros factores más importantes que la inteligencia abstracta y lógica, que son responsables del 80% de los éxitos, y es aquí donde la “inteligencia emocional” juega un rol importante. Ésta, es independiente del coeficiente intelectual.
El “coeficiente emocional”, que permitiría medirla, tiene como funciones esenciales:
1) Identificar su propio estado emocional y el de los demás.
2) Comprender el desarrollo natural de las emociones.
3) Razonar sobre las emociones propias y las de los demás.
4) Controlar las emociones.
Todas aptitudes fundamentales para el dominio de sí mismo y el éxito social.
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