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Por Claudio Fantini. Ahora sí. El gobierno por fin tiene canciller. Habrá sido una mala noticia –en lo personal- para Susana Malcorra que el Consejo de Seguridad no la haya elegido para encabezar la ONU, pero es una buena noticia para el Ministerio de Relaciones Exteriores argentino. A partir de ahora, Malcorra trabajará full time en el cargo. Alguien que ocupa la titularidad de un ministerio, sólo puede dedicarse de modo full time a ese cargo.
Dos buenas: la ONU tiene un buen secretario general y la Argentina recupera una excelente canciller.
Malcorra no lo hacía porque, a pocos meses de asumir, anunció que se había postulado para ocupar la Secretaría General de la Organización de las Naciones Unidas. Una aspiración, en rigor, inadmisible.
Que lanzara semejante candidatura en los últimos meses de su gestión ministerial, vaya y pase. Pero que se postule para suceder a Ban Ki-Moon ni bien empezaba su gestión al frente de la Cancillería, ponía en evidencia que había aceptado el cargo que le ofreció el Presidente sólo porque servía a su verdadero objetivo: encabezar la ONU.
Al fin de cuentas, ser ministro de Relaciones Exteriores de un país es un estupendo escalón para ascender a la cumbre de las Naciones Unidas, pero pretender esa meta no es bueno para un ministerio, ya que dividirá su tiempo entre la función pública y la campaña para obtener los votos en el Consejo de Seguridad. Además, todo lo que haga como canciller va a estar sospechado de ser parte de su campaña en la ONU.
El sucesor de Ban Ki-Moon es el portugués Antonio Guterres, un ex primer ministro socialista que no se destacó gobernando su país, pero si se destacó presidiendo durante 10 años la ACNUR (Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados). Ésa fue la carta ganadora del portugués. Y tiene lógica, porque las masas de refugiados constituyen hoy uno de los principales problemas del mundo.
Dos buenas: la ONU tiene un buen secretario general y la Argentina recupera una excelente canciller.