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Por Juan Turello. El gobierno de Mauricio Macri está experimentando la lección de que la economía corre detrás de las ambiciones de la política, señala mi nota en La Voz. A diferencia de la histórica frase de Bill Clinton (“Es la economía…) contra George Bush (padre), la ofensiva del PJ acorraló al macrismo, que cedió enormes montos de dinero, sin acumular apoyos políticos duraderos.
El reintegro en cuatro años del 15% de la coparticipación que se destinaba a la Anses, no selló la voluntad definitiva de los gobernadores. Cuando pueden, corren el arco.
Los estrategas de Cambiemos –con Jaime Durán Barba y Marcos Peña a la cabeza- minimizaron las señales de que el peronismo se reagrupó y decidió hacerle pagar costos políticos a Macri.
La ofensiva comenzó con la derrota de la reforma electoral, pergeñada por gobernadores –en su mayoría kirchnerista- que gestionan bajo el esquema del clientelismo político. La boleta única electrónica no será opción en esos distritos.
Los piqueteros se alzaron con una fuerte señal de apoyo en el Congreso, lo que llevó al Gobierno a cederles 30 mil millones de pesos en tres años y la promesa de la creación de 210 mil empleos en cooperativas populares. Tendrán obra social y gremio propios.
Es una idea contraria al concepto de Macri al llegar al Gobierno. El empleo debía ser genuino y la ayuda social sería sólo para los más carenciados. Esos conceptos se trastocaron. Ahora, la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP), que invoca la bendición papal, sale a la cancha.
Para frutilla del postre, el papelón de Ganancias. Dos errores para el macrismo: corrió detrás del primer proyecto de Sergio Massa, tras una molicie de 11 meses en cumplir con la promesa presidencial de sacar el peso del impuesto para los trabajadores de ingresos medios.
Jugó a negociar, pero cayó en la encerrona del Frente Renovador y del kirchnerismo, que sancionaron un proyecto favorable a los trabajadores. Lo que es bueno para la clase media pone en jaque la macroeconomía al debilitar los ingresos que recibirá el Estado. Según el jefe de la Afip, Alberto Abad, se resignarían ingresos por 132 mil millones de pesos.
Macri tiene una bala de plata. Todas las encuestas muestran que más del 60% tiene “esperanzas” de un cambio favorable. En la economía, las expectativas movilizan decisiones, pese a las malas señales de la política.
El déficit fiscal es superior al del kirchnerismo y la tasa internacional se encareció 25% para la Argentina (pasó del 6 al 7,5% en promedio). La Reserva Federal de Estados Unidos anunció que en 2017 provocará tres aumentos en la tasa. Los bonos a 10 años ya rinden 2,54%. La tasa de riesgo de la Argentina es de 500 puntos básicos, de allí la exigencia de 7,5.
Diego Dequino, economista de la Bolsa de Comercio de Córdoba, adelanta que el año próximo “será complejo, por los cambios en el mundo y la situación en el frente interno”.
José Simonella, del CPCE de Córdoba, coincide con la incertidumbre internacional y advierte: “Los vaivenes políticos en materia impositiva (¿se crean impuestos?, ¿a qué sectores?), no son una buena señal para los inversores. Viene un año complicado, con un consumo que mostrará su recuperación recién desde abril”.
Los brotes verdes que aportan el campo –cosecharía 122 millones de toneladas en 2016/17- y ciertos sectores de la industria (Renault y Volkswagen se pusieron en marcha) no alcanzan.
La Unión Industrial Argentina (UIA) recordó que la capacidad ociosa es del 35%. La actividad tuvo un bajón de 8% en octubre. El consumo de la canasta de alimentos completó ese mes tres caídas consecutivas del 7%, según CCR. El “boom” de inversiones no apareció.
Macri tiene a su favor una bala de plata. Todas las encuestas muestran que más del 60% alienta “esperanzas” de un cambio favorable. En la economía, las expectativas suelen movilizar las decisiones, pese a las malas señales de la política.