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  • La tensión mundial que Trump necesita crear

    Publicado: 11/04/2017 // Comentarios: 0

    Por Claudio Fantini. Varios países europeos dijeron que el ataque que ordenó Donald Trump en Siria fue una decisión correcta; el vocero de la Casa Blanca, Sean Spicer, afirmó que «Hitler no usó el gas contra su propia población como lo está haciendo Bashar al Asad» y Vladimir Putin sostuvo que éste es el momento de mayor tensión entre Estados Unidos y Rusia desde la Guerra Fría. Las tres afirmaciones son inexactas.

    Trump necesita fortalecer su frente interno y lograr más apoyo en el Congreso de EE.UU. | Foto: archivo Turello.com.ar

    Trump necesita fortalecer su frente interno y más apoyo en el Congreso| Foto: archivo Turello.com.ar

    Lanzar 60 misiles a una base siria, a sólo 48 horas de la explosión que dejó más de 80 muertos por envenenamiento, no fue una decisión correcta, ya que no hubo una investigación de expertos que confirmara que la carga de gas sarín estaba en las bombas que lanzaron los aviones del régimen contra una zona controlada por el Frente al Nusra.

    Cuando en 2013, Barack Obama anunció que atacaría como respuesta al ataque químico que dejó más de 1.200 muertos en Gouta, un suburbio de Damasco, no había dudas sobre la responsabilidad del ejército del régimen. Pero este caso fue distinto.

    Los milicianos de Al Nusra no son boy scouts, sino jihadistas de Al Qaeda. Igual que ISIS y otras milicias ultra-islamistas, pueden haber adquirido armas químicas de los arsenales diezmados del Ejército o pueden haberlos producidos con la contratación de expertos que se venden al mejor postor.

    La versión que dio el ministro sirio Walid al Moallem, quien afirmó que la aviación de su país bombardeó un arsenal y que, si se esparció gas letal, debió estar almacenado en esas bodegas del brazo sirio de Al Qaeda, puede resultar creíble.

    Ciertamente, el régimen de Asad ya se mostró capaz de atacar con armas químicas, pero eso no confirma que lo hizo también en esta ocasión. El régimen es una facción criminal en una guerra entre facciones criminales. De allí que debió enviarse una comisión de expertos que verifique si el gas que se esparció en Idlib llegó en las bombas lanzadas desde los aviones del régimen, o estaba en los arsenales atacados.

    Como no hubo una investigación, de ahora en más cada vez que el régimen ataque, los jihadistas podrían hacer producir una masacre química para que Estados Unidos bombardee al régimen.

    Una verdadera tensión mundial se produciría si Trump decide atacar a Corea del Norte.

    Es sugestivo que Trump cambiara velozmente de posición. A pesar de los 1.200 masacrados por el régimen con armas químicas en 2013, el presidente norteamericano sostenía hasta hace una semana que Bashar el Asad no era la peor opción en el gobierno de Siria. Ochenta muertos con menos pruebas sobre el responsable, lo hicieron dar un giro copernicano.

    La razón de Trump al decidir el ataque no fue la que dijo, más bien está la necesidad de encontrar apoyo en la sociedad norteamericana y en el Partido Republicano, cuyas divisiones internas están bloqueando sus principales promesas electorales.

    También lo empuja su necesidad de generar, o al menos simular, tensiones con Rusia, cuyo gobierno lo ayudó a llegar a la presidencia. La sombra del “rusia-gate” oscurece su futuro.

    En cuanto a la afirmación del vocero presidencial, Sean Spicer, de que “Hitler no atacó con gas a su propio pueblo”, no sólo es inexacta, sino, lisa y llanamente, una soberbia estupidez: en las cámaras de gas de los campos de concentración de Dachau, Buchenwald, Auschwitz y tantos otros, mató a miles de alemanes disidentes y a millones de judíos alemanes.

    Finalmente, la afirmación del presidente ruso sobre el “peor” pico de tensión desde la Guerra Fría, también parece un grueso error, salvo que tenga la certeza de que Trump ordenará un ataque a Corea del Norte que podría desencadenar una guerra tan incontrolable como lo fue la que estalló en 1950, cuando el ejército norcoreano traspuso el Paralelo 38.

    El lanzamiento de misiles sobre Siria no puede ser comparable a un pico de tensión entre Washington y Moscú, como el que se vivió cuando la OTAN bombardeó las fuerzas serbobosnias en Pale, para por fin a la guerra expansionista de Milosevic sobre Bosnia-Herzegovina. Menos aún a la tensión entre Estados Unidos y Rusia cuando los norteamericanos atacaron Serbia hasta expulsarla de Kosovo. En ambas ocasiones, Rusia amenazó con entrar en guerra contra Estados Unidos por inmiscuirse en los Balcanes atacando a sus aliados, los serbios.

    Sólo un ataque contra Corea del Norte, que desataría la respuesta del poderío militar norcoreano, podría producir una tensión peor a las de la Guerra Fría.

    ¿Será ése el plan de Trump?

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