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Por Juan Turello. El economista Juan Carlos De Pablo suele traducir en palabras simples los complejos procesos de la economía. “No habrá devaluación, que es el ajuste tradicional, pero tampoco creamos que esta abundancia de dólares se debe a que la Argentina exporta enormes cantidades al mundo y llueven inversiones genuinas. La abundancia de dólares es por la toma de deuda de los distintos niveles de gobierno y el ingreso de capitales especulativos”, explicó. Así comienza mi nota en La Voz.
Casi una pintura perfecta de lo que le espera a la economía después de que dentro de un mes, el electorado ratifique en términos generales el resultado de las primarias, según los datos que manejan dirigentes cordobeses con acceso a las encuestas de la Presidencia.
Nada es definitivo en la Argentina con 30 días de anticipación, pero la tendencia de las PASO se mantendría e, incluso, arrojaría un resultado más favorable para el macrismo en la provincia de Buenos Aires, donde Cristina Kirchner enarbola las banderas del “ajuste y la precarización laboral” que se vienen.
¿Es así? Las reservas del Banco Central superan los 51 mil millones de dólares. Cualquier “corrida” sería rápidamente sofocada. La libre flotación, con intervención del ente monetario, no anticipa una devaluación como la que sucedió en los primeros meses de Mauricio Macri.
Hoy sobran dólares por el ingreso de divisas –como explicó De Pablo- y los pesos se refugian en las Lebac. A 28 días, rinden 26,5% anual; en los plazos largos, a 210 días (siete meses) pagan 27,35%. Para que el dólar le gane a esa inversión, debiera valer 19,80 pesos en esa fecha, pero esa es la cotización que el Gobierno prevé -en el Presupuesto 2018- recién para dentro de 15 meses.
Las Lebac rinden hoy entre 6 y 7 puntos por encima de la inflación y también sobre los plazos fijos, con tasas de 19% promedio, según el BCRA. La “bicicleta” o carry trade contra el dólar goza de buena salud.
No habrá devaluación (ajuste), pero subirán la luz, el gas y el transporte. El consumo estará “ahí”.
Para algunos economistas, el Banco Central ya usó todas las herramientas que disponía para alentar el ahorro y bajar el consumo.
La pelota está ahora en el área del Gobierno, que debiera reducir fuertemente el déficit fiscal. Lo tiene previsto en el Presupuesto 2018. La administración de Mauricio Macri promete bajar el nivel de deuda, pero no así las necesidades financieras. El Estado nacional necesitará del mercado unos 500 mil millones de pesos para seguir con el gradualismo y evitar el shock que reclaman algunos sectores.
La mala noticia es que el menor gasto vendrá con una fuerte reducción a los subsidios al transporte, a la electricidad y al gas. En buen romance, en 2018 habrá un fuerte ajuste en las tarifas de los servicios públicos.
Esto, junto al aumento en los impuestos y tasas, dejará con escasa capacidad de consumo a los salarios, que se ajustarían entre 12 y 15%. “El consumo va a estar ahí”, dice un consultor de empresas cordobesas, al extender su mano y explicar que no habrá una recuperación como ansían ciertos sectores.
La demanda agregada tendrá un crecimiento por el lado de los gastos de capital del Gobierno nacional, que prevé destinar sólo para Córdoba 1.700 millones de pesos. Entre otros, privilegiará la autopista Río Cuarto-Holmberg (250 millones) sobre la ya caótica ruta Córdoba-San Francisco (con una partida de apenas 23 millones).
La meneada flexibilidad laboral sería en realidad un blanqueo laboral, que el Gobierno negocia con los gremios. ¿Con perdón fiscal? ¿Qué sucederá con la “industria del juicio” que tendrá otro capítulo abierto?
No es el infierno el que asoma tras la elección del 22 de octubre, pero tampoco el cielo. Sólo un escenario más previsible.