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Por Juan Turello. Suena ingenuo decir que el escándalo por “los cuadernos de la corrupción” se usa para tapar la realidad económica y social, señala mi nota en La Voz. Los cuadernos no pueden tapar la realidad que impone la crisis porque el trabajador y el consumidor la sufren a diario, ya sea en las suspensiones o en la falta de empleo y en la suba de precios, respectivamente.
El consumo caerá este año entre cuatro y cinco puntos, estima el consultor Guillermo Oliveto, especializado en tendencias del mercado interno.
La ruta de las coimas no puede esconder que la industria cayó 8,1% en julio, el mayor retroceso en dos años, porque los operarios perciben en su bolsillo el impacto de las suspensiones en Renault e Iveco. En forma simultánea, afecta al anillo de producción de la industria: autopartistas, vidrio, caucho, plásticos.
Las concesionarias en Córdoba patentaron 13,6% menos en julio en relación con un año atrás, informó Acara. Lo mismo sucede con la construcción, que tuvo el primer freno de los últimos 15 meses. La venta de viviendas retrocedió en Córdoba 5,6% en junio, señalaron los desarrollistas (Ceduc).
Los cuadernos muestran, por contraposición, los millones de dólares que enriquecieron a funcionarios y a un reducido grupo de empresarios, mientras la pobreza se expandía, las rutas no se construían, los puentes no se terminaban (tardó cuatro años el que debía levantarse sobre el arroyo Los Mistoles en el norte cordobés) y las “viviendas” de Sueños Compartidos se oxidaban en los carteles que anunciaban su construcción.
Aunque partícipes de un mismo delito, no es equiparable la responsabilidad penal de los empresarios que pagaron coimas y sobrefacturaron la obra pública, con la de exministros y expresidentes, quienes administraron los dineros y los bienes que pertenecen a todos los argentinos. Esta delincuencia es de mayor gravedad. El caso más emblemático es la tragedia de Once, donde murieron 52 personas.
“Los cuadernos” no tapan los números de la crisis, pero muestran el enorme daño causado a la sociedad y a la economía.
El Gobierno trata de minimizar el impacto recesivo que provocó la corrida cambiaria y la crisis financiera, pero transitamos los meses más duros de la recesión.
Más de 6 de cada 10 industrias producen menos y la habitual demora en la cadena de pagos se estiró en más de 60 días, advierte Marcelo Uribarren, titular de la Unión Industrial de Córdoba (UIC).
El sector tiene claroscuros. La fábrica de lavarropas industriales de Uribarren mantiene la cabeza fuera del agua por un fenómeno que trajo la moda. Los enormes aparatos se usan ahora para provocar el efecto “desgastados” en los jeans. “Me salvaron los jóvenes”, suele bromear, para indicar que el core de sus negocios –hoteles y hospitales- disminuyó el ritmo de renovación de sus equipos.
En el sector automotor, la planta de camionetas de Santa Isabel salvará el año. El lunes último comenzó el ensamble de la Nissan Frontier y en el tercer trimestre larga el de la Alaskan de Renault. Mercedes Benz comenzaría su producción allí en el segundo trimestre de 2019.
Como contrapartida, la producción de automóviles en el país retrocedería 20% (a unas 830 mil unidades), en comparación con 2017.
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La agroindustria también tiene ganadores (limón, té, trigo, soja) y perdedores (yerba mate, azúcar y vinos genéricos), resume Jorge Vasconcelos (Ieral).
Oliveto sostiene que la combinación de trigo + vacaciones + soja comenzará a mover la rueda hacia fin de año. Y coloca al turismo interno como uno de los grandes ganadores de la actual coyuntura.
Economistas y consultoras que participan del relevamiento del Banco Central anticipan una inflación de 31,8% y un dólar a 30,50 pesos a fin de año. Los salarios perderían ante los precios, de allí la caída del consumo.
Los cuadernos no pueden tapar la contundencia de esos números, pero muestran de dónde venimos.
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