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Por Juan Turello. El dólar es duro de domar, pese a que el Banco Central ya gastó este año más de 8.600 millones de reservas. La tasa de las Lebac supera el 45%. Pese a la recesión, la inflación no cede, que podría terminar el año entre 32 y 35%, señala mi nota en La Voz.
El Gobierno anunció que este año recortará 12.500 millones de pesos por la eliminación del “fondo sojero”, el congelamiento de las retenciones a los derivados de la soja y por reducir en 66% los reintegros a exportaciones industriales. Sin embargo, la estabilidad no llega y la economía se estancó. Hay dudas en el terreno de la política y de la economía.
Video: Entrevista en Los Turello a Ercole Felippa y a Aníbal Casas Arregui.
El economista Lucas Navarro (Bolsa de Comercio de Córdoba) ensaya una respuesta a través de una pregunta: “¿Es la incertidumbre política por encima de la incertidumbre económica? Las medidas están en la dirección correcta”, señala al patear la pelota al terreno de los gestos políticos.
¿Qué suma la política a un escenario de incertidumbre externa (guerra económica de Estados Unidos con China y derrumbe de la lira turca), además de los errores internos?
El escándalo de “los cuadernos de la corrupción” golpeó a las grandes empresas –Techint, Iecsa, Chediex, Roggio, Electroingeniería y concesionarias de servicios-, cuyos proyectos y financiación están ahora bajo la lupa.
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¿Los bancos les prestarán a empresas interesadas en obras de Participación Público Privada (PPP), que exigen inversiones privadas, con posterior recupero? El ministro de Transporte, Guillermo Dietrich, derrocha optimismo, pero los emprendimientos están en duda. Golpearía al empleo en el sector más dinámico.
La otra gran incógnita es la supervivencia política de Cristina Kirchner, complicada por las innumerables pruebas en “la ruta del dinero K” y en las coimas reveladas por “los cuadernos”. La negación de sus seguidores -ante el cúmulo de testimonios- es un fenómeno sociológico que develará la historia, pero los votos están.
Varios hombres de negocios, cautelosos a la hora de invertir en la gestión de Macri, temen un regreso al populismo y a una economía estatista. Venezuela es un espejo que los espanta. Sin embargo, Cristina Kirchner aún entusiasma a un tercio del electorado, que no está preocupado por la corrupción, sino por su subsistencia en el día a día o por la pérdida de los beneficios que le trajo el kirchernismo.
Hay incertidumbre política, es cierto. Pero también económica, porque el Gobierno no logró generar consenso sobre el rumbo a seguir.
Cualquiera sea el Gobierno electo en 14 meses deberá lidiar con reducir el déficit fiscal (el mundo ya no financia más a un Estado que gasta más que sus ingresos) y el déficit de cuenta corriente: la Argentina gasta más dólares que los que genera su economía.
En el primer trimestre de este año, el sector público generó un déficit de cuenta corriente de 5,8% del producto interno bruto (PIB). El sector privado aportó un superávit de 0,5%. Ya sea por el déficit fiscal, el pago de deuda e intereses, la Argentina necesita que le financien el 5,3% de ese rojo.
Sin ajuste fiscal y sin mejora de la competitividad de los sectores productivos, el país no tiene futuro, salvo repetir cada cierto tiempo una crisis, que profundiza la pobreza y el estancamiento.
Las marchas y consignas contra el Fondo muestran la incertidumbre política. Fue la Argentina la que acudió al FMI para pedir un salvataje que evitara una explosión interna.
El Estado es inviable si gasta más que sus ingresos y el país es inviable si no genera más dólares de los que gasta en importaciones, turismo en el exterior y en el pago de sus deudas.