La tragedia en Brasil, donde anoche ya se contaban 233 muertos por una avalancha en una disco, es una alerta para la Argentina, donde los controles y los sistemas de emergencia para las reuniones multitudinarias suelen ser muy livianos.
El trágico saldo de muertos y heridos (117) en Brasil tuvo lugar en la disco Kiss, en la ciudad de Santa María, en el Estado de Río Grande do Sul, donde se efectuaba una fiesta con estudiantes universitarios. Al parecer, la banda que actuaba usó fuegos artificiales, lo que originó una estampida, escenas de pánico y la muerte por asfixia de los jóvenes que trataban de huir del lugar, con una sola salida habilitada. Al principio, los guardias de seguridad impidieron la huida del boliche en la creencia de que se trataba de una pelea entre grupos y que varios trataban de salir sin pagar (en Brasil la consumición se abona al retirarse del local bailable). El número de muertos se podría incrementar con la profundización de las tareas de rescate.
La cordobesa María Becker, que realiza un intercambio universitario en esa ciudad, relató a medios cordobeses que en cierta ocasión, cuando concurrió a la disco Kiss, «había más gente de la que puede albergar».
El bautizado «Cromanón brasileño» recuerda lo que sucedió en Argentina en la noche del 30 de diciembre de 2004, en el incendio de la disco porteña Cromañón, donde perdieron la vida 194 jóvenes. La causa se cerró recientemente cuando un tribunal de apelación ordenó que el responsable del local y los integrantes de la banda Callejeros cumplieran condena en la cárcel.
El verano ha relajado los controles en la Argentina. La mayoría de los locales bailables, según los testimonios de los propios jóvenes, están excedidos en sus capacidades, y los planes y salidas de emergencia no son conocidos por los asistentes. Además, hay una enorme oferta de «fiestas privadas», en la que la mayoría de los padres ignora que sus hijos concurren allí. Por supuesto, aquí los excesos (incluido el consumo de alcohol) son muchos más graves.
Además, los multitudinarios recitales populares que se realizan en Villa Carlos Paz, en otras localidades turísticas cordobesas y en la costa argentina no brindan a sus concurrentes claras indicaciones de seguridad en caso de producirse una tragedia, una avalancha o una estampida, aun cuando la realización al aire libre ofrezca menos peligro que los sitios cerrados.
Ocho años después y desde el vecino Brasil, adonde se dirigió gran parte de los argentinos que veraneó en el exterior, volvió a sonar la alarma sobre la seguridad en los sitios muy concurridos, recordando la tragedia que los argentinos ya vivimos en carne propia.
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