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Por Juan Turello. El Gobierno nacional suspira. Acaba de terminar la peor semana desde el inicio de su gestión. Un período en el que se vio abrumado por los malos datos económicos, por la expansión incontrolable del Covid-19 y por la caída en la imagen del presidente Alberto Fernández. Por si hacía falta la frutilla del postre, el escándalo sexual del diputado oficialista Juan Ameri.
El papelón en torno del dólar ahorro es incomprensible, con mensajes confusos y acciones descoordinadas, pese a que es el nervio más sensible de la economía para los argentinos, tengan o no capacidad de comprar dólares. Repasemos mi nota en La Voz.
El virtual feriado cambiario desde el miércoles de la semana pasada, disparó en las redes sociales mensajes alarmistas sobre la inminencia de un corralito, de un corralón, del “congelamiento” de los depósitos en dólares por seis meses y hasta la apertura de las cajas de seguridad.
Los bancos tienen como respaldo en efectivo 88 dólares por cada 100 depositados, según un informe confidencial de las entidades. Pero los fantasmas volvieron a agitarse y la confianza hacia el Gobierno se quebró en buena parte de la sociedad.
En la economía real, los vaivenes en torno del dólar generan incertidumbre, paralizan negocios y aparecen faltantes en los comercios.
La semana se completó con datos preocupantes: la economía cayó 19,1% en el segundo trimestre, uno de los peores períodos desde la crisis de 2002, y la desocupación afecta a 1,4 millones de personas (130 mil en el Gran Córdoba: Capital, Villa Allende y Saldán).
El aislamiento sanitario no dio resultado por la falta de apego a las normas y por la extensa cuarentena, la más larga del mundo. Argentina es el noveno país en número de contagios.
Las encuestas muestran que la imagen positiva de Alberto Fernández iguala a la imagen negativa -en torno del 48% -, luego de haber alcanzado picos de aprobación de entre 70 y 80% al inicio de la cuarentena.
Sectores afines al presidente piden “tiempo” para que muestre sus logros; cuestionan a los grupos económicos más poderosos y, al igual que los gobiernos cuyos números les son desfavorables, culpan a los medios de comunicación.
El problema radica también en el interior del Gobierno, con una conducción económica bicéfala y un gabinete cuestionado desde el kirchnerismo.
Martín Guzmán, que perdió la pulseada contra el supercepo, apura la llegada de una misión del Fondo Monetario Internacional (FMI), para que dé una señal de tranquilidad a los mercados.
Paradoja del peronismo que durante la gestión de Mauricio Macri realizó marchas multitudinarias contra el Fondo.
El eje del reclamo de los técnicos del FMI -que llegarán el 5 de octubre- será equilibrio fiscal para evitar la disparada hacia el dólar y una espiral inflacionaria.
El 60% del déficit estimado para 2021, de un billón de pesos, se financiará con emisión monetaria. La inflación estimada para el año próximo es de 40% .
¿Cómo se reduce el déficit? Menos subsidios económicos, algo que puede resultar impracticable por el Gobierno ante el fuerte aumento del desempleo y la pobreza; una baja en los subsidios a los servicios públicos y eliminar la nueva moratoria que facilitaría la jubilación a miles de personas que no realizaron aportes. La Anses quiere transferir al Tesoro el pago de la Reparación Histórica a los jubilados. Y siguen las cuentas.
La inversión extranjera directa está frenada; la de las compañías locales no alcanza a reponer el deterioro del capital productivo, reveló el economista Carlos Melconian; y la confianza del consumidor cayó 2,4% en septiembre y más de 4% para la compra de bienes durables.
Alberto Fernández necesita demostrar que es el autor de sus decisiones; exigir coherencia a su equipo económico y dar señales claras sobre el respeto a la Justicia, a la propiedad y a la iniciativa privada.
Son solo los primeros pasos para recuperar el crédito de las familias y de las empresas, hoy el talón de Aquiles de sus planes.