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Por Juan Turello. Cuando planeó este feriado largo, el Gobierno nacional no imaginó los días turbulentos que sobrevendrían, por la corrida hacia el dólar y en los precios. El proyectado bálsamo preelectoral quedó destrozado por la peor semana que vivieron los argentinos, desde la caída de Martín Guzmán en julio de 2022, señala mi nota en La Voz. El dólar libre y los financieros se dispararon, en mientras que los valores de los bienes y servicios no tienen punto de comparación.
“No hay precio; no hay mercadería”, fue la sentencia que esgrimieron en algunos locales. El temor al «día después».
La inflación de septiembre de 12,7% fue la más alta para un mes en los últimos 32 años. Las proyecciones para octubre están por encima. Las estimaciones de consultoras y economistas prevén entre 15% y 20%.
Los alimentos, como sucedió el mes pasado, estarían por encima del 15% promedio que se estima para octubre; se despertó el precio de la hacienda en pie.
La suba de la hacienda moverá el precio de la carne en el mostrador. Los operadores esperaban esta reacción recién hacia fin de año, pero los costos se multiplicaron en los corrales.
El principal alimento de los argentinos tiene una fuerte incidencia en el índice oficial de precios.
La sugerencia para que las familias se aprovisionen de lo que necesitan en sus hogares, llega en momentos de bolsillos flacos y con las tarjetas al límite de los consumos y créditos disponibles.
Los días de desconcierto que viven los argentinos, llevaron a muchos a repreguntar: ¿dónde está el Gobierno?, ¿qué hace para frenar la corrida?
Alberto Fernández está realizando un viaje inexplicable a China, ya que sus actividades son irrelevantes, para un presidente que dejó en manos del ministro-candidato Sergio Massa las principales decisiones.
Además, el probable anuncio de la ampliación del crédito chino por 5.000 millones de yuanes pudo realizarse sin la necesidad de una gira, que genera ruidos en las relaciones con Estados Unidos.
La presencia de Fernández convalida la Franja y la Ruta de la Seda, un proyecto con el cual China pretende la supremacía geopolítica global.
Cristina Kirchner sigue ausente, mientras Massa recorre el país como si la cuasi hiperinflación no fuera de su responsabilidad, a partir de la emisión de unos 3.000 millones de pesos para atender los planes lanzados.
Por distintos canales, parte del dinero volcado al mercado terminó en el dólar blue, ante el cierre de otras vías de inversión o la rentabilidad negativa del plazo fijo.
La tasa subirá desde el martes 17 de octubre a 133%, con un rendimiento mensual de 11%, menor a la inflación proyectada.
Massa pretende calmar la corrida con los operativos en las “cuevas” financieras o a través del préstamo chino. Imposible, el dólar se seguirá moviendo, aunque en pequeños saltos.
Algo de tranquilidad logrará por parte de grandes inversores, ya que las operaciones por más de 100 millones de pesos -unos 100 mil dólares al valor del “contado con liquidación” (CCL)- exigen ser anticipadas en cinco días.
Como sólo quedan cuatro días hábiles previos a la elección, cierta “pax” cambiaria estaría garantizada hasta el domingo 22.
El tiempo apacible de estos días puede trastocar en función del resultado que muestren las urnas.
Si Massa no logra acceder al balotaje, se abrirá un escenario preocupante ante un Gobierno en retirada y sin poder político para imponer cierto orden económico.
Por contrapartida, si el ministro-candidato participa de la segunda vuelta, podría agudizarse “el plan platita” hasta el 19 de noviembre, en el intento por captar más votos. El desorden macroeconómico sería más que preocupante.
Argentina perdió hace tiempo la posibilidad de vivir días felices, de allí que la palabra «tristeza» es que la más aparece en las encuestas para calificar la coyuntura.