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Por Juan Turello. La formación economicista de Javier Milei le impide ver la necesidad de que las medidas tengan el suficiente respaldo político para que sean perdurables, y no se conviertan en variables que cambian cada cuatro años, señala mi nota en La Voz.
O quizá el Presidente prefiera el estilo crítico de la política -por ahora, con apoyo mayoritario de la sociedad-, porque la dirigencia partidaria está en deuda con la solución de los múltiples problemas que enfrenta la sociedad. Repasemos qué esta pasando.
Hasta el Fondo Monetario Internacional (FMI), que ahora es una cita recurrente de la oposición kirchnerista (llegó a realizar marchas con la consigna “¡Fuera de Argentina”), pide prudencia en el ajuste.
La vocera del FMI, Julie Kozack, sostuvo que “sigue siendo fundamental trabajar para ampliar el apoyo político a la estabilización y reforma macroeconómica”.
La economía necesita del “apoyo político” para asegurar la estabilización, que no es otra cosa que la inflación alcance índices normales, por ejemplo, por debajo del 5% anual.
La suma de opositores que votó una nueva modalidad jubilatoria debería volver a leer a Kozack. La reforma previsional “debe preservar las metas fiscales”, les recordó la funcionaria del Fondo.
Lo que no tiene discusión es que los jubilados deben ganar un haber más que digno.
Economistas y entidades empresarias sostienen que el texto de Diputados aumenta en forma exponencial el gasto previsional.
No se trata sólo de compensar el desfase del 8% de enero último, sino que el texto incluye otras obligaciones que pondrían al sistema al borde de la quiebra, salvo que haya una importante incorporación de aportantes.
Pero los legisladores, quienes dicen estar “preocupados” por “el hambre de los jubilados”, no avanzaron en corregir las enormes distorsiones que hay en el régimen, ni siquiera el esquema de jubilaciones de privilegio
La “sensibilidad por los abuelos” se agotó a la hora de fijar sueldos que multiplican hasta por 10 lo que cobran los asalariados en promedio.
Tampoco se preocuparon en solucionar la situación de unos ocho millones de trabajadores -informales, monotributistas y autónomos-, con regímenes que los excluyen de condiciones dignas de vida.
El escándalo en el reparto de alimentos puso en segundo lugar los problemas que tiene el plan económico de Milei.
La inflación podría recuperar la senda alcista en junio, por la suba de tarifas y de combustibles, además del reacomodamiento de precios que generan los movimientos del dólar.
La suba del dólar tiene varios factores. El cóctel se compone de una fuerte baja de las tasas, la reticencia de los chacareros de vender las cosechas de soja y de maíz y las dudas sobre el equilibrio fiscal, tras la avanzada opositora, entre los puntos principales.
El bloque que sancionó los cambios en jubilaciones, irá ahora por el restablecimiento del Fondo Nacional de Incentivo Docente (Fonid) y por un aumento en el presupuesto universitario.
El axioma del equilibrio fiscal, para evitar una inflación alta que empobrece aún más a los sectores vulnerables, fue enterrado por un sector de la dirigencia.
Sin “ley bases” y sin reforma laboral es difícil que aparezcan las inversiones, aun las más atractivas en el gas, en la minería y en la pesca.
La encrucijada que enfrenta el plan económico puede agravarse si se profundiza la pelea institucional, entre un Presidente que insulta a los adversarios y por legisladores que no miden el impacto de sus proyectos en las cuentas públicas.
En economía, no hay almuerzos gratis, ni tampoco proyectos en los que la cuenta «la paguen los otros».