Por Héctor Cometto. Junto a la tabla de posiciones del campeonato de fútbol se debería colocar el presupuesto anual de cada equipo para hacer más equitativa la competencia y valorar el esfuerzo de los que logran posicionarse mejor sin hipotecar el club.
Remarco que no es ilógico que los supuestamente grandes gasten más porque tienen mayores ingresos, lo que no se puede permitir es que sigan dilapidando cuando aún deben cientos de millones de pesos.
Es allí cuando ese factor interfiere en la competencia y la desequilibra, desnaturaliza y corrompe. Tras la firma del contrato de Fútbol para Todos surgió el compromiso -una vez más- de ordenar las finanzas de los clubes con la posible pena de perder la categoría. Y eso jamás sucedió. Aun más controlado, el mercado de pases vuelve a evidenciar ese descontrol.
En España, Andrés Iniesta, jugador de Barcelona, puso 250 mil dólares para evitar el descenso del Albacete, club del que es accionista. En Alemania, no puede haber un solo euro de deuda y no entran los petrodólares de los jeques árabes que están jaqueando la competencia con sus compras para el París Saint Germain (la adquisición más alta fue la de Edinson Cavani (se pagaron 65 millones de euros), para el Mónaco (60 millones por Falcao) o las del Manchester City.
El orden económico es fundamental para todo emprendimiento. En el fútbol el desequilibrio presupuestario se paga caro.
En el desequilibrio presupuestario (gastar de más) están las razones fundamentales de las caídas de River e Independiente y, por contrapartida, la evolución de Lanús, Vélez y hasta de Belgrano.
Entreverado entre los primeros, el «Celeste» de Alberdi sube en la consideración porque es de los que menos gasta. Y eso también tiene su valor. ●