Por Juan Turello. Por momentos, Argentina suele estar aislada del resto del mundo en...
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Por Juan Turello. El acuerdo que el Gobierno alcanzó con el Fondo Monetario Internacional (FMI) aún carece de numerosas certezas sobre cuál es el apoyo político que tiene y cómo las medidas impactarán en las familias y en las empresas, señala mi nota en La Voz.
Alberto Fernández está obligado a negociar cada voto en Diputados, mientras que en el Senado los respaldos provinciales estarán sujetos a los aportes que realice el Gobierno a los mandatarios afines.
Axel Kicillof, una voz crítica que escucha Cristina Kirchner, recibió el jueves la promesa de fondos por 75 mil millones de pesos, con el objetivo de encauzar una gestión que tiene más discursos que hechos. Kicillof habló el miércoles tres horas al inaugurar las sesiones de la Legislatura.
Otros mandatarios habrían recibido la promesa de que habrá ayudas no reintegrables, pese al recorte prometido por Martín Guzmán al FMI.
Pese al “plan platita para los gobernadores”, la aprobación del acuerdo aún no está garantizada, al menos en la cantidad de votos que muestre un respaldo político sólido.
Para Córdoba, son cruciales los aportes nacionales para sostener la Caja de Jubilaciones.
El acuerdo -más allá de las edulcoradas palabras oficiales- supondrá un ajuste en los bolsillos de los argentinos.
La primera certeza que falta en materia económica en el acuerdo es cómo hará la administración de Alberto Fernández para bajar la inflación, que es la principal preocupación de la sociedad.
Guzmán ya elevó al 48% la proyección para este año, cuando en el presupuesto de diciembre preveía apenas 33%; es decir, el cálculo inicial ya aumentó en casi el 50%.
Los precios subieron 3,9% en enero; en febrero el piso fue del 4%, con alimentos en torno del 5%, según consultoras privadas.
La invasión de Rusia a Ucrania abrió un interrogante sobre el 95% de la superficie destinada a trigo en ese país, cuyas exportaciones equivalen a casi el 12% del cereal que se vende en el mundo.
La demanda global insatisfecha llevó los precios a niveles récords, con cotizaciones por encima de los 480 dólares la tonelada.
El fideicomiso que imaginó Roberto Feletti para el mercado interno está destinado a cubrir la harina 000, en paquetes de un kilogramo, que es la que registra el índice oficial de precios.
El aporte de 50 centavos de dólar por tonelada exportada es una “retención encubierta para el productor y no solucionará el costo de la harina para la producción de pan ni de fideos”, advirtió Juan Carlos Martínez, titular de la Bolsa de Cereales de Córdoba.
“El valor de las materias primas es importante, pero el verdadero problema es la estructura de costos, en la que pesan fuerte la energía, el costo salarial, los impuestos”, apunta Martínez, quien cuestiona “el relato oficial sobre el precio de los alimentos”.
La proclama de que el acuerdo no incluye una reforma previsional implica que seguirán vigentes los regímenes jubilatorios de privilegio en desmedro de dos de cada tres jubilados, quienes cobran una mínima de 32.630 pesos.
La falta de una reforma laboral dificultará el acceso al trabajo registrado de jóvenes y de desocupados. La única puerta de ingreso seguirá siendo un contrato precario o facturar como monotributista. Es incomprensible el aplauso desde la CGT de Pablo Moyano, Antonio Caló y Héctor Daer.
Aún resta conocer el impacto en los precios de una devaluación por encima de la inflación y de la suba de tasas, medidas comprometidas al FMI.
El contexto externo no ayuda: Estados Unidos subirá desde este mes la tasa de interés y el precio del petróleo alcanza niveles récord por la guerra. La energía que necesita la Argentina será más cara, lo que complicaría el balance fiscal del Gobierno.
Las respuestas que se den a los interrogantes aún pendientes marcarán el resto de la gestión de Alberto Fernández, que tiene números rojos en la valoración de la población.